domingo, 21 de octubre de 2012

Sin aliento.

                       He llegado hace un rato a casa, son las once y cuarto de la noche. Llevo tres días sin dormir, droga por todos los bolsillos del pantalón y la cabeza de mi polla casi en carne viva.
                       Ayer quedé con Manu. Ayer me enrollé con Manu. Ayer tuve la mejor follada de toda mi puta vida.
                       Me lo follé como nunca en mi vida, durante más de siete horas. Los dos íbamos ciegos de speed y pastillas porque salimos por la noche por ahí. Yo, que soy el activo con Manu, me comí una viagra que le habían vendido por diez pavos, por probarla.
                        La puta. Entre lo cerdo que te ponen el speed y las pastillas y el efecto del viagra... estoy ahora tan hecho polvo que no me salen las palabras. La polla se me hinchaba por momentos, con sólo rozar a Manu, rápida y dura, brillante, durando lo que no está escrito. Y vaya si la he usado con Manu, joder. Se la tragó por la boca a golpetazos, bocaarriba, bocabajo, contra la pared, se la clavaba hasta los huevos a embestidas salvajes, hasta que me vomitó encima. Le jodí y le jodí el culo de una manera tan fiera como nunca en mi vida. Una de las enculadas nos ha durado casi tres cuartos de hora, de bombeo sin parar. A ratos parábamos y se la tragaba por la boca o me la machacaba. Luego lo volvía a empalar.  Se la metía hasta el fondo y la sacaba y metía poco a poco. El rabo estaba tan tieso y él tan lubricado que veía toda la cabeza salir de su agujero antes de volver a entrar, mientras nos íbamos excitando más y más pero conteniendo, y de pronto le endiñaba de un sólo golpe toda mi carne, y empezaba a apuñalarlo a base de bien, unas embestidas rápidas y furiosas como nunca en mi vida, os lo juro. Le cogía del cuello para hacer apoyo, de la cabeza para que no se golpease por la pared, le he mordido el cuello, los hombros, le he susurrado que era mi puta perra mientras le reventaba el culo una y otra vez. Cuando la excitación era tal que yo no paraba de temblar parábamos, ya que no me corría jamás. Nos fumábamos un cigarrilo o yo pintaba unas rayas mientras me comía el rabo, y luego seguíamos. Le he follado el culo a cuatro patas, tumbado y con las piernas cerradas, cara a cara, de lado, contra la pared mientras nos mirábamos al espejo, durante horas, de una forma tan cerda y maravillosa que no podíamos ni queríamos parar. Horas. Horas jodiendo. Le he metido un consolador de veinte centímetros, le he comido el culo, me lo ha comido a mí, me ha gritado que quiere que lo trate como a mi puta, le he llamado hijodelagranputa, se ha cagado en mi madre por cómo me lo follo. El cabrón ha gritado de placer durante esas horas como un puto perro, se ha corrido a chorros una y otra vez sin tocarse la polla (él es muy anal) y cuando al final le he preñado el culo abierto y enorme de lefa, me ha salido tanta que ha chorreado por sus muslos a goterones, a presión, mientras yo pegaba unos berridos de animal.

El puto orgasmo me ha dejado casi inconsciente. Nos hemos abrazado, hemos hablado y reído, nos hemos besado y nos hemos levantado para ir a una rave. Eran las diez de la mañana de hoy domingo. He estado en la rave hasta las seis y luego Manu y yo hemos vuelto a follar en su casa.

Por eso este post es un poco diferente a los demás. Llevo tres días y cuatro noches sin dormir, un día y medio sin comer, tan cansado que temo perder el conocimiento en cualquier momento y con el cerebro hecho fosfatina, la polla en carne viva y sin que pueda discurrir una buena manera de escribir todo esto. Simplemente no tengo palabras, pero prometí contar mi findesemana.

Pero lo puedo decir tranquilamente, que en mi vida, pero en mi vida, he tenido un polvazo tan salvaje y animal cómo el de anoche y esta mañana con Manu.

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