sábado, 26 de enero de 2013

Tengo los cojones como balones de fútbol...

...del tiempo que hace que no entro a escribir!

                En realidad no, porque me preocupo de vaciarlos tan a menudo como puedo, pero joder es que hacía meses ya ¿no? ¿En fin, excusas para que? Hoy estoy aquí, y ya está. Disfrutemos...

                   Once y pico de la mañana de un sábado, comiendo techo y soñando con comerme mi propia polla en casa, para variar. Hoy he venido prontete, últimamente las fiestas se me alargan hasta por la tarde, pero esta noche (sábado) tengo demacre de verdad y me quiero reservar. Es más, espero venir el domingo tan caliente y ciego que publique un vídeo de mí mismo no sé, siendo follado por mi padre como un perro. Joder, como molaría....


        En estos meses me han pasado cositas interesantes de contar, a ver si mañana cuento alguna de largo. Veamos, os pongo en situación (con los rabos bien cerca de mi boca hambrienta): estoy intentando coger flexibilidad para lamerme el cipote a base de bien, si llegara a conseguirlo sería la personita con pelotas más feliz de todo el blog, iba a estar ordeñándome a lenguetazos hasta que se me secaran los cojones... os juro que dejo de ir a clase, de salir, de drogarme, de comer incluso. Con endiñarme mi cuarto de kilo de rabo y beberme mi lefa me alimento. 

              Enganchado como un cerdo a mí mismo... joder, si lo consigo de verdad grabo un vídeo y os lo enseño. Quiero que todo el mundo me vea comerme mi propia polla, correrme a chorros de los buenos y que me caigan por la barbilla en una mezcla de semen y babas.../ 


(a todo esto, creo que nunca he contado la época que me dio por hacer "el candado", o sea, encularte a tí mismo. UF! Me tenía que que doblar mucho la polla y si estaba tope dura pues no podía, como para doblar una barra, pero una vez conseguí enfilarme el capullo en el agujero bien abierto ya, apreté sobre la cabeza de mi querida pollita y entró, entró, entró...
fueron solo unos milímetros, quizá un par de centímetros, pero nada más que con eso me corrí sobre mi culo sin control. Uf, que recuerdo, hacía mucho que no pensaba en eso. Igual esta tarde lo intento...)






Hm... más cosas... Ciervo. Ciervo es un colega mío, razonablemente heterosexual y al que nunca había visto nada en especial más allá de la amistad, al que una noche de fiesta hace un mes y pico le pegué la mejor mamada de su vida (dicho por él, lo cual me llena de orgullo... dice que ninguna tía se la ha comido nunca como yo) y desde entonces degeneramos juntos. Sexo por vicio, sin sentimientos ninguno, sin que a él le molen mucho los tíos más allá de mis lametones. 

De hecho, no hemos hecho nada más, sólo clavarme su rabo hasta la garganta, llenarme bien de leche calentita y a otra cosa. Pero hay un par de cosas que lo hacen muy divertido: siempre lo hacemos cuando vamos super ciegos de pastillas y es un auténtico cerdo como yo, de manera que se la he comido en el balcón una tarde de domingo, a la vez con una tía que se ligó, en un coche rodeados de amigos, en mitad del comedor mientras más colegas miran, en los baños de un bar, mientras habla por teléfono con su madre, frente a su hermana durmiendo...
 joder me divierto mil con él, y me pone tanto ése royo... 23 añitos tiene el diablete, 9 menos que yo ^__^ y cómo le mola que se la chupe al cabrón...

Jo, y la orgía de la semana pasada. Nunca había hecho sexo en grupo, hasta la semana pasada. Nos fuimos poniendo a tono de pastillas, y luego en el after, siete u ocho personas de ketamina y cristal en un par de colchones, y sin querer -aunque Ciervo y yo ya lo estábamos planeando desde unos días antes- empezamos a sobarnos, a besarnos, a comernos... follamos a lo bruto, sin enterarnos casi de nada por la keta, pasándonos las pollas por la cara, follando coños y bocas (el culo no, eso necesita más tiempo y práctica que un maxi ciego de keta que no sabes ni dónde estás...) Iba tan ciego que ni siquiera tengo claro si me corrí, ni dentro de quién, ni nada. Después yo tenía lefa por toda la cara, por la ropa...

En fin, estas cosas las tengo que contar bien contadas...

Os dejo, espero volver mañana y no tardar meses, que en realidad no he contao na. Me ha apetecido pasarme porque he visto un corto vídeo que me ha puesto como una moto, y quiero compartirlo: un tío pegándose puñetazos en los cojones a base de bien. Se me ha puesto dura como una piedra...





sábado, 27 de octubre de 2012

Series Familiares 2

Hola muchachada.

Joder, por fin sábado, sabadete. Son las tres de la tarde, y así estoy en el sofá... encima, esta noche salgo, así que la cosa promete... Dejo un relato corto, en el mismo estilo que el anterior; esta vez, sobre una práctica que, buff...en la adolescencia me ponía berraco.











Hasta luego, muchachada!


Los S....ano 2


BANG! BANG! BANG! BANG!
“Me cago en la puta ya, hombre”, pensaba Fiti, enfadado. Los golpes no cesaban…
BANG! BANG!
Miró el reloj, en la mesilla de noche: “cooooñe, las cuatro de la mañana… y estos que no paran, tú…”. Se revolvió en la cama, molesto.
BANG! BANG! BANG! BANG!
Lo peor, sin embargo, no eran los golpes; lo peor era pillar medio palabras: “….oma!!” “¡Asi, asssssss….”. “¡Me corrr…..” “¡¡¡Dame poll……”
“Maaaadre mía”, pensaba el mecánico, “me cago en mi puta suerte….”. Molesto y, al mismo tiempo cachondo, se pajeó. Era la tercera que caía esa noche…
………………………………………………..
Fiti, amigo de Diego, había acabado viviendo en casa de su hermana, “la Choni”, y de su pareja, José Luís, al que llamaban socarronamente “pequeñín“, debido a la poca estatura de Josico, el apodo cariñoso con el que le llamaba la Choni; un buscavidas, en definitiva, pero con su gracejo. Y enamorado de Choni de verdad.
Este enamoramiento no beneficiaba precisamente al pobre Fiti. Compartía piso con ellos, y era una pareja fogosa. Prácticamente cada noche, Fiti se veía obligado a escuchar la peripecias amatorias de la pareja; a través de la pared, oía los jadeos, los muelles del colchón, los golpes en el cabecero de la cama… Y, a pesar de que era consciente de que se trataba de su hermana, bueno… el pobre mecánico se pasaba media noche empalmado y dale que te pego. El humor que tenía por las mañanas, sin casi haber dormido, no era el mejor del mundo.
Esa mañana, estaba tomándose el café con leche del desayuno, en el pequeño salón del apartamento compartido. En camiseta de tirantes y calzoncillos, ojeroso, mordisqueaba también una galleta, con aire ausente. Su hermana ya había marchado a trabajar hacía un buen rato.
- ¡Hombre, cuñadísimo!
“El que faltaba…”, pensó Fiti, desganado. Como cada mañana, el José Luís se mostraba eufórico; Fiti no podía negar que su cuñado en la práctica era de los que tienen buen despertar. “No me extraña”, pensó, “toda la noche ahí, dándole, como los conejos, contento que debe estar, el pequeñín…”
- ….buenas….- contestó Fiti, con pereza.
- ¿Qué paaaaaasa, cuñao? ¡Venga, esa alegría mañanera!
- Que no me llames cuñaaaaaao, chiquitín…, -se quejó el mecánico.
- Venga, Fiti, venga…. Que hay que estar alegre, hombre. Bueno, ¿qué hay para desayunar? -medio canturreó este, sentándose a la mesa, recién salido de la ducha, llevando unos pantalones de deporte.
- ¡Hummmm! Café, galletas… ¿Y esos churros, dónde están? Pero, hombre de Dios, Fiti, que nos merecemos un desayuno bien de Madrid….
- Pero qué cansino llegas a ser, chiquitín… Los churros, mayormente, para el fin de semana, ¿no?
- ¡Que sí, hombre, que sí! Pareces el enanito gruñón, je, je…
- No hablemos de enanitos, José Luís, no hablemos de enanitos… -contestó Fiti, con sorna.
-¡Anda, compadre! - soltó Josico, - ¡arriba ese ánimo, cuñao! Te veo mal, ¿eh? Cansao, ojeroso…
- ¿Cansao? Anda, anda….serás cabrito… Como si se pudiese dormir mucho en esta casa…
- ¡Uy! ¿Te refieres a… Choni y yo… por las noches?
- ¡Nos ha jodido! ¿A ti qué te parece?
- ¡Ay, Fiti, Fiti…-, suspiró José Luís, - ¿qué quieres qué te diga? Tu hermana me tiene enamorao hasta las trancas, y uno que es hombre, y con semejante hembra, pues tú dirás…
- ¡Eh! -le cortó Fiti, -¡Cuidao, que es mi hermana!
- ¡Ja, ja, ja! Que sí, hombre, que sí…. Si yo sólo puedo tener palabras bonitas para esa real hembra, cuñao… Y, ya te digo, la pasión es la pasión…
- ¿Pasión?, -replicó Fiti. - Esto es lo que viene siendo mayormente calentura, chiquitín. Y cada noche la misma gaita, pues ya cansa…
- Las paredes, que parecen de papel… Si es que esta España nuestra… Cuando estuve viviendo en EEUU (ya sabes, lo que es América, pa entendernos), ahí… ahí sí que se construye con tesón, y…
- Chiquitín, chiquitín, corta el rollo fantasma, anda… Que lo que es, es, y así no hay manera de dormir toda la noche a pierna suelta. Cortaros un poco, coño, que luego en el taller me voy durmiendo por los rincones…
- ¡Ja, ja, ja….! Ay, Fiti, pues sí que lo siento… La verdad es que no habíamos pensado en que duermes en la habitación de al lado… ¿Y se oye mucho?
- Hombre….-continuó Fiti, -pues lo que viene siendo el típico recital del refocile; que si el colchón, que si el cabecero, que si gemidos… Un no parar, vamos.
- ¡Jo, jo…! -reía Josico, divertido. - Bueno, a la Choni, ni palabra, que es una señora y se va a poner colorada… No, en serio, cuñao, siento si te hemos despertado…
- SI no es por despertarme, si es que casi no duermo, Josico… SI es que me paso media noche… -Fiti no acabó la frase, dándose cuenta de lo que estaba a punto de decir, y, enrojeciendo, se metió otra galleta entre pecho y espalda rápidamente.
Pero Josico había pillado lo que Fiti estaba a punto de decir, y, con su bonhomía habitual, la situación le parecía divertida, más que incómoda.
- Fiti, Fiiiiiti… Que ya veo por dónde vas, salidillo…. -espetó Josico, pegándole un codazo.
- Eh…., -vaciló este,- que no… que no es eso, pero….vaya, que no descanso bien.
- ¿Que no descansas? ¡Je, je, Fiti! Que me parece a mí….me parece a mí….
- ¿El qué? -preguntó Fiti, que seguía colorado del todo.
- ¡Que te van a salir callos, cuñaaaaaaao! ¡Ja, ja, ja, ja! -rió Josico, guiñándole el ojo.
- Pero mira que eres bruto, chiquitín… - dijo Fiti, algo molesto, pero aún más incómodo. La verdad es que sentía que le habían pillado en falta.
- ¡Pero si es normal, hombre! Si yo entiendo que es tu hermana y todo eso, pero, vamos…. Que con toda la escandalera que pegamos, pues ya imagino que debes pegarte media noche dándole al manubrio, ¿o no?
- Uff….. Pues mayormente… -reconoció Fiti, avergonzado.
- ¡Ja, ja…! Pero mira que eres cortao, cuñadito…. Lo que te digo, que te van a salir callos, ¡ja, ja!
Aunque Fiti se sentía rojo de vergüenza, lo cierto es que Josico tenía razón. Con la movida que montaba la pareja, al mecánico le era imposible no empalmarse como cuando era adolescente, y matarse a pajas. Manos le faltaban, para pelársela prácticamente a diario.
- Ay, Fiti, Fiti… No, soy un caballero; te prometo que intentaremos que puedas dormir, no haremos tanto ruido… Que a este paso, vas a acabar dándole a la almohada, ja ja ja…
- ¿Cómo, dándole a la almohada…?, -preguntó Fiti.
- Coño, Fructuoso… Ya sabes, hombre…
- Pues no, Josico, no sé que es lo que vienes a referirte…
- Ja, ja… Pero no seas antiguo, cuñao… Pues eso, montándoleto con la almohada; para que no te salgan callos en la mano, más que nada.
- ¿Con la almohada…?-, siguió Fiti, curioso.
- Vamos a ver, Fiti-, explicó el pequeñín, divertido, -es una forma, pues de eso, en momentos de sequía, de darle al manubrio: en castizo, follarte la almohada.
- …………………..
Fiti seguía curioso; desde adolescente se hacía sus buenos pajotes, y siempre de la misma forma: con la mano derecha, y a darle. A veces con la mano izquierda, con la que le costaba más y alargaba el placer de estar pelándosela, pero nada más. Eso de la almohada, no acababa de verlo claro, a pesar de la curiosidad morbosa que le estaba levantando José Luís.
- Uy, uy, uy-, continuó este,- ¿me equivoco si creo que no te has pajeado nunca de esa manera?
- Hombre, pues mayormente no…
- Jo, jo, jo…. ¿Pues sabes qué te digo? Que no te acostarás sin saber una cosa más. - Y, levantándose de la mesa, palmeó la espalda de Fiti, diciendo: - Anda, Fiti… Vente, que voy a ser un buen cuñao y te voy a dar una clase práctica…
- Pero, pero…-, dudó Fiti, -¿ahora? ¿Tú?
- Pues claro, hombre de Dios; anda, vamos a tu cuarto.
No muy convencido, pero intrigado, Fiti siguió a Josico a su habitación. Pequeña, aunque alegre; ventana que daba a un parque cercano, armario, mesita, y una amplia cama de matrimonio, con sábanas blancas, desecha aún. Y la cama, con su almohada.
Los dos hombres, Fiti en camiseta imperio y calzoncillos blancos, y Josico con su pequeño pantalón de deporte azul, se quedaron de pie delante de la cama,
- Mira, Fiti, -indicó Josico -siéntate en un lado y observa.
- Vale, vale… -solo acertó a decir el mecánico.
Se sentó en un lateral de la cama, girando la cintura para ver a Josico. Este, se subió encima de la misma, de rodillas. Cogió la almohada, blanca, mullida, y la apoyó, verticalmente, medio doblada contra el cabecero de la cama, que daba a la pared.
- Bueno, Fiti… ¿Ves?, te pillas la almohada contra la pared, así, a lo largo…. Hum, la abrazas, como apoyándote en la pared… Lo más apretado posible contra la almohada, así, de rodillas… Y…anda…toma culada…¿ves? Asi…otra…otra…¿pillas, cuñao?
Efectivamente, Josico había empezado a mover la pelvis, pegando culadas contra la almohada. “Joder”, pensó Fiti, “pues sí que parece una follada, si…”
- Uf…-, continuaba Josico, - vas apretando…pasando todo el rabo contra la almohada…uf…así, sin dejar de darle…
Fiti seguía mirando, anonadado; estar viendo al pequeñín, todo abrazado a la almohada, pegando culadas…moviendo el culo adelante y atrás, haciendo fuerza con los muslos, peludos, de rodillas, encima de la cama…todo eso le estaba calentando; le estaban dando ganas de probar.
Se incorporó, diciendo: - Hum… anda, pequeñín, déjame probar, a ver…
- Vale, vale…,- contestó Josico, apartándose. Fiti no puedo evitar darse cuenta de que, con la tontería, Josico se había puesto también cachondo; el pantalón azul de deporte marcaba un buen abultamiento…
Fiti se subió a la cama, arrodillándose. Josico se apartó, para dejarle sitio, pero sin bajarse de la cama, de rodillas al lado de Fiti. El mecánico se acercó la almohada, abrazándola y, apoyándose en la pared, pegó todo su torso y el paquete contra la almohada. La verdad es que la sensación molaba mucho, todo el paquete apretado contra la almohada, calentita, mullida, pero con cierta resistencia. Tal como había visto hacer al pequeñín, pegó un par de culadas, como si quisiese follársela. “¡Guau!”, se sorprendió Fiti, “joer, qué gustazo…”
- ¿Qué? ¿Qué cuñao, qué? -preguntaba, ansioso, Josico, a su lado.
- Pues…buuuuf-, suspiró el mecánico, pegando una tercera culada, -no…no está nada…nada mal…
- Ja, ja, ja… Te ha molao, ¿eh, cuñao? Anda que no… -rió Josico.
- Uff…pues..pues sí, la verdad…-, resopló Fiti, pero sin dejar de darle.
- Vaya teeela…. Anda, déjame volver a probar a mí, que hace años que no hago esto… - pidió José Luís, apoyando su mano en el hombro de Fiti. Este se apartó también, cediendo la almohada a su compañero.
- ¡Joooder, Fiti! -exclamó este, mientras pillaba la almohada, - sí que te ha gustao, sí… ¡Menudo empalme, ja, ja, ja!
Y era cierto; al igual que Josico, Fiti tenía una fuerte erección dentro de los calzoncillos.
- Ufff…Ostia, así…toma…toma…- empezó Josico, a moverse. Sin darse cuenta, iba pillando velocidad, y las culadas eran más rápidas.- Joer…!toma, toma, tooooma…!
Fiti, a su lado de rodillas, notaba entre las piernas los botes que le pegaba la polla. Se la acariciaba por encima de la tela, sin dejar de mirar como José Luís iba metiendo caña.
- Me toca, pequeñín, -le dijo rápidamente. Pilló la almohada, dejando a Josico con ganas de pegar varias embestidas más, y un paquete aún más crecido que antes. Cuando se disponía a pegarle una nueva tanda de culadas, Josico, agarrándole del brazo, le paró.
- ¡Espera, espera!
- ¿Qué pasa…?
- Uf, cuñao…. Mira…ahora que ya sabes…es mejor incluso…sin calzoncillos…. -sugirió Josico.
- Hostia, hostiaaaa….-, contestó Fiti, sorprendido. - ¿Sí o qué? ¿Me los saco…?
- Venga…venga, va, Fructuoso…. Ahora que ya estamos….
Fiti no necesitó más; de un tirón, se bajó los calzoncillos hasta las rodillas. ¡Joder, si la tenía dura! Empinadísima, con todo el capullo rojo intenso descubierto, y los huevos apretaos en la base del rabo.
-¡Ufff, Fiti….! Cuñao, la tienes dura como una porra, ¿eh? Venga…dale, dale ahora…
Fiti no se hizo de rogar; abrazándose de nuevo a la almohada, pegó un primer pollazo. “¡¡¡La hoooostia!!!” se sorprendió, al notar como todo el rabo se estampaba contra la almohada. Notaba el roce de la tela y la resistencia por todo el tronco hasta la punta del capullo. Sin pensarlo, pegó un segundo pollazo, más fuerte que el anterior.
-¡Uahhhhh!¡Qué gustaaazo!-, exclamó el mecánico. En ese segundo pollazo, el capullo había chocado y se había quedado presionado contra una arruga de la tela. Intentando no moverse demasiado, el mecánico pegó otro golpe de culo:- ¡Buahhhh! ¡Toma, toma polla! -gimió, sintiendo la presión de la tela sobre todo el capullo. Con un cuarto pollazo bien fuerte, por fin el rabo superó el obstáculo, refregándose por toda la almohada de nuevo.
-¡Ostia, Fiti…!-, exclamó Josico, a su lado, -¡lo has pillao, cuñao! ¡Venga, dale, dale fuerte, coño! -le animó.
-¡Uahh! ¡¡Toma, toma, toooooooma!!
- ¡¡Dale, cuñao, dale poooolla!!-, pero Josico no podía más. -¡¡Pásamela, Fiti!! ¡¡Pásamela que se va a enterar esta almohada de lo que es follarla a saco!!
Sudando, Fiti se detuvo; arrodillado como estaba, se sentó sobre sus talones. ¡Cómo llevaba el cipote! Apuntando al techo, más duro que una piedra. Josico se agarró la almohada, cachondo perdido, y, al igual que Fiti, se bajó los pantalones, quitándoselos. Fiti vió el nabo del pequeñín, que de pequeñín no tenía nada; de longitud normal, pero bien gorda, más que la suya… Eso sí, los cojones, igual de apretaos, señal de que estaba excitadísimo, como él. Así, Josico, totalmente desnudo, se agarró la almohada, y empezó a pegarle pollazo tras otro.
-¡Joder!¡Joooder!¡Toooma!¡Toma chorizo! -iba soltando Josico. Fiti contemplaba como le pegaba a la almohada, a buena velocidad.
-¡Hostiaaas, pequeñín! -le animaba también, -¡la vas a perforar, cabroncete!
Pero Josico no paraba; Fiti sentía la vibración de la cama con cada golpe de culo que metía Josico, resoplando. El mecánico se incorporó nuevamente, de rodillas, poniéndose al Lado de José Luis.
-¡Venga, que me toca!-, le pidió. Pero José Luís estaba salido, y no paraba de pegar pollazos, ahora fortísimos, a la pobre almohada, sudando a chorros, cachondo como un burro.
-¡Uah!¡Joder, joder Fiti!¡¡Qué gustazo, ostiaaas!! -iba diciendo Josico.
-¡Va, pequeñín, que me toca!! -le agarró de los hombros, apartándole. Josico, haciendo caso, se apartó mínimamente, provocando que Fiti tuviera que pegarse prácticamente a su cuerpo sudoroso para colocarse en posición y darle bien a la almohada.
-Pe-pero…- exclamó Fiti, -¡pero qué guarro eres, pequeñín! ¡Joder, cómo has dejado esto, coño…!
-¡Ja, ja, ja…-, rió el aludido, -ya, Fiti, qué quieres…!
Y es que toda la parte superior de la almohada se veía algo húmeda, debido al sudor del pecho velludo de José Luís, al igual que los lados, del sudor de los muslos. Pero, por el centro, se veían dos, tres amplios manchones mojados de verdad…
-¡Joder, Josico…- continuó Fiti, dudando de pegar ahí su polla, -la has babeado toda, coño….!
-Ya, ya…- se excusó este, - qué quieres, estoy cachondísimo…
Era cierto, a pesar de los manchones en la tela, de la punta del ancho rabo aún colgaba un filo hilo de precum. - Pero, Fiti -, continuó, - venga, hombre, sin remilgos, joder, que estamos entre hombres…
La verdad es que a pesar de todo, el nabo de Fiti seguía más que duro. Aunque indeciso, se agarró a la almohada y, esta vez, en vez de pegarle duramente, se frotó, con timidez, contra la tela, intentando evitar tocar con el rabo los manchurrones provocados por Josico. Pero este reaccionó rápido:
-¡¡Venga, coñiiiio!! ¡Daaale bien! -y, gracias a la cercanía, le empujó de la cintura, cubierta aún por la camiseta de tirantes, provocando que el cuidado de Fiti se quebrase. Sintió de golpe que toda la polla se frotaba contra las manchas húmedas, calientes.
-¡Uauhh! - gimió el mecánico, sorprendido de nuevo, -¡¡hoooostia puuuuuuuuuta!!
-¡Jo, jo, jo! ¡Vamos, follátela a saco, cuñao! -animó José Luís. No hizo falta más, el gustazo que había sentido Fiti en la puntita del capullo al sentirlo apretao contra toda la mancha de babeo de polla había sido suficiente.
-¡Joder! ¡¡Le doy, le dooooooy!! - y empezó a arreciar en las embestidas, salvajes, venga a golpear, a frotar toda la tela con la polla durísima.
-¡¡Pásamela, joder!! ¡Pásame la puta almohada, cuñaooo! -pidió Josico, apartando a Fiti de un empujón.
-¡Quita, coño!¡¡Jooder, que me la estoy follando de puta madre!! -se quejó Fiti, sin dejar de pegar pollazos. Pero la cachondez de Josico le daba fuerzas, y a duras penas medio se colocó delante de Fiti, que tuvo que apartarse por cojones, dejando que el pequeñín le diese su tanda de pollazos a la sufriente almohada.
Fiti quedó detrás de Josico, apoyándose en la pared con un brazo, el otro en el hombro de José Luís. Este golpeaba el pecho de Fiti con su espalda con cada embestida, y, debido a que era bajito, Fiti tenía cierta perspectiva desde el hombro de Josico para ver cómo refregaba sin parar la polla.
-¡¡Joder, Josico!! ¡¡Jooooder, dale!! ¡Fóllatela bien, fóllala! -le animaba.
- ¡Sí, sí! -gemía Josico, venga a moverse. -Joder, Fiti… Mira, mira, cabroncete, mira como la voy a dejar…
Diciendo esto, se apartó ligeramente; de rodillas, muy cerca de la almohada pero sin rozarla, se agarró la polla, sacudiéndosela como una manguera.
-¡Haaaaala!-, exclamó Fiti. Al sacurdise el nabo, un hilazo de precum cayó sobre la tela, formando todo un reguero húmedo.
-¡¡Ja, ja,ja, joooder…-, reía Josico, -espera, que…hay…maaaaaaaás!!
Esta vez, casi sin rozar, con un ligero movimiento pélvico, hizo pasar el capullo por la tela, dejando en su recorrido una marca aún más humeda.
-¡¡Hostiaaas, pedazo cerdo, joooder!! -escupió Fiti. Apoyándose solamente en Josico, dejó la mano de la pared y, no lo pudo evitar, acarició la tela empapada.
-¡Uahhh! -gimió, -¡¡mi polla!! ¡Tengo que meter ahí mi polla!-, exclamó el mecánico.
-¡No! -cortó Josico, -¡espera….espera que la inundo, joder! ¡Ay, ay que me la follo hasta el final!
-¡Hostia! ¡Pues dale! ¡Jooooder, dale, so cerdo, dale a esa puta almohada, dale bien de rabo!
-¡¡Ufff….!!¡¡Me la voy a cargar…joder, me la voy a cargar!! -y, diciendo esto, volvió a los pollazos, como loco. Fiti, perdiendo totalmente el control, se colocó detrás suyo; veía el culo, peludo, venga a pegarle a la almohada, moviéndose a toda hostia. No se le ocurrió otra cosa para animar más a Josico que, poniéndole las manos en ambos cachetes peludos, empujarle hacia adelante, ayudándole en la buena follada que le estaba pegando a la almohada.
-¡Auhhhhh!! -exclamó el pequeñín, alucinado de sentir las manos de Fructuoso en su culo, aúpándole.-¡ La hostia! ¡Ufff, la voy a taladrar!¡¡La voy a taladrar con la poooolla!!
- ¡No pares, cabrón!¡¡No pares, dale polla, dale, dale, daaaale!! -bramaba Fiti, con las manos pringadas del sudor del compañero, pero sin dejar de empujarle.
-¡Fiti!¡¡Jooooder…me….me….me corro, cojoooooonesss!! -estalló Josico. Fiti no soltó el culazo, y, con las dos embestidas más salvajes de la mañana, Josico empezó a soltar leche sobre la almohada.
-¡Te estás corriendo, cabronazooooo! -advirtió Fiti
-¡Uahhhhhhh! ¡¡Toma leeeeeeeche, jooooooderr!! - era lo único que podía decir Josico. Con una última culada, se apartó, tumbándose boca arriba sobre la cama, derrengado.
-¡La hostia! -exclamó Fiti; delante suyo, veía la almohada, arrugada y empapada, chorreante de ráfagas de leche. Sin pensárselo dos veces, se adelantó y de un golpazo tremendo, estampó su polla contra la lefada almohada.
-¡Auh! -se quejó medio en broma Josico; con el movimiento brusco de Fiti, su pierna había quedado encima del brazo del pequeñín. -¡Ja, ja…joder, Fiti….!
-¡Uahhhhh!¡¡¡La voy a lefar también!!! ¡¡La vamos a destrozar…a….lechadas!! -bramaba Fiti, ajeno a todo salvo a la sensación de los golpetazos del cipote en la puta almohada, empapada de semen. -¡Toma, toma, toma, toma, toma! -gemía, encabronado en pegarle pollazos fortísimos. Josico, viendo a su cuñao disfrutando de esa manera, soportaba con paciencia el peso de la pierna del mecánico, mojándole el brazo de sudor.
-¡Venga, Fiti…, -le iba diciendo, - venga campeón!¡Dale leche, que lo está deseando, veeeenga!
-¡Auh! ¡Aggggggg!! ¡Me corro!! ¡¡Joooder, me corro vivoooooo!! -gritó el mecánico, con unas últimas embestidas que casí hacían rebotar a Josico encima de la cama.
-¡¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! -rugió. Las pelotas se le pusieron aún más duras, más pegadas contra el tronco de la polla, totalmente pringosa gracias a la lefada de Josico, y empezó a disparar leche; de tan salido que estaba, sin dejar de moverse como un toro, de pegar pollazos como podía.
-¡¡Haaaaaale, cuñaooooo!! - exclamó el pequeñín, - ¡¡joder, que salpicas, cacho guarro!!
Debido a su posición, con la cabeza al lado de las embestidas del mecánico, los chorrazos descontrolados de este saltaban por todos lados: a la pared por encima de la almohada, a la cabecera de la cama, a la almohada obviamente, y salpicando el colchón, algunas gotas se llevó Josico encima de la frente.
- ¡Uffffff, qué corrida….! -gemía Fiti, moviéndose aún aunque con lentitud, con el nabo escupiendo las últimas gotas, cayendo en la parte más baja de la almohada, mientras se retiraba hacia atrás, tirándose también sobre la cama, exhausto.
- ¡Ja, ja….! Uf... Cuñao….¿qué, te has quedao bien? -preguntó José Luís.
- Mayormente, lo que viene siendo de puta madre, pequeñín…. Maaadre mía, menuda pajaza…. - suspiró Fiti, relajado, - aunque esa almohada ha quedao para tirar…
- Je, je,je, cuñadito-, replicó Josico, - se puede tirar o… ¿lo has probado con la almohada, digamos… acartonada?
-¡Joder, Josico! - exclamó Fiti, alucinado -¡al final sí que vas a ser un hombre de mundo, mamonazo!

domingo, 21 de octubre de 2012

Sin aliento.

                       He llegado hace un rato a casa, son las once y cuarto de la noche. Llevo tres días sin dormir, droga por todos los bolsillos del pantalón y la cabeza de mi polla casi en carne viva.
                       Ayer quedé con Manu. Ayer me enrollé con Manu. Ayer tuve la mejor follada de toda mi puta vida.
                       Me lo follé como nunca en mi vida, durante más de siete horas. Los dos íbamos ciegos de speed y pastillas porque salimos por la noche por ahí. Yo, que soy el activo con Manu, me comí una viagra que le habían vendido por diez pavos, por probarla.
                        La puta. Entre lo cerdo que te ponen el speed y las pastillas y el efecto del viagra... estoy ahora tan hecho polvo que no me salen las palabras. La polla se me hinchaba por momentos, con sólo rozar a Manu, rápida y dura, brillante, durando lo que no está escrito. Y vaya si la he usado con Manu, joder. Se la tragó por la boca a golpetazos, bocaarriba, bocabajo, contra la pared, se la clavaba hasta los huevos a embestidas salvajes, hasta que me vomitó encima. Le jodí y le jodí el culo de una manera tan fiera como nunca en mi vida. Una de las enculadas nos ha durado casi tres cuartos de hora, de bombeo sin parar. A ratos parábamos y se la tragaba por la boca o me la machacaba. Luego lo volvía a empalar.  Se la metía hasta el fondo y la sacaba y metía poco a poco. El rabo estaba tan tieso y él tan lubricado que veía toda la cabeza salir de su agujero antes de volver a entrar, mientras nos íbamos excitando más y más pero conteniendo, y de pronto le endiñaba de un sólo golpe toda mi carne, y empezaba a apuñalarlo a base de bien, unas embestidas rápidas y furiosas como nunca en mi vida, os lo juro. Le cogía del cuello para hacer apoyo, de la cabeza para que no se golpease por la pared, le he mordido el cuello, los hombros, le he susurrado que era mi puta perra mientras le reventaba el culo una y otra vez. Cuando la excitación era tal que yo no paraba de temblar parábamos, ya que no me corría jamás. Nos fumábamos un cigarrilo o yo pintaba unas rayas mientras me comía el rabo, y luego seguíamos. Le he follado el culo a cuatro patas, tumbado y con las piernas cerradas, cara a cara, de lado, contra la pared mientras nos mirábamos al espejo, durante horas, de una forma tan cerda y maravillosa que no podíamos ni queríamos parar. Horas. Horas jodiendo. Le he metido un consolador de veinte centímetros, le he comido el culo, me lo ha comido a mí, me ha gritado que quiere que lo trate como a mi puta, le he llamado hijodelagranputa, se ha cagado en mi madre por cómo me lo follo. El cabrón ha gritado de placer durante esas horas como un puto perro, se ha corrido a chorros una y otra vez sin tocarse la polla (él es muy anal) y cuando al final le he preñado el culo abierto y enorme de lefa, me ha salido tanta que ha chorreado por sus muslos a goterones, a presión, mientras yo pegaba unos berridos de animal.

El puto orgasmo me ha dejado casi inconsciente. Nos hemos abrazado, hemos hablado y reído, nos hemos besado y nos hemos levantado para ir a una rave. Eran las diez de la mañana de hoy domingo. He estado en la rave hasta las seis y luego Manu y yo hemos vuelto a follar en su casa.

Por eso este post es un poco diferente a los demás. Llevo tres días y cuatro noches sin dormir, un día y medio sin comer, tan cansado que temo perder el conocimiento en cualquier momento y con el cerebro hecho fosfatina, la polla en carne viva y sin que pueda discurrir una buena manera de escribir todo esto. Simplemente no tengo palabras, pero prometí contar mi findesemana.

Pero lo puedo decir tranquilamente, que en mi vida, pero en mi vida, he tenido un polvazo tan salvaje y animal cómo el de anoche y esta mañana con Manu.

Eran las dos de la mañana...

Hola muchachada.


Ná.... De vuelta en casa, después de una cena y un par de copas. Noche tranquila, nada de juerga, pero...joder, más caliente quel palo un churrero; lleo un par o tres de días sin descargar, y me siento como un semental to salido, coño...

Me he metido aquí, a leer, releer más bien, los post del compi Chorro (que este fin de semana se lo está montando mejor que yo, el cabronazo), y a cascármela (en el vídeo muestro cómo he llegado a casa).





Bufff.... estoy en el sofá, con el portátil, y con el rabo pidiendo guerra de verdad. Fumando un cigarrito, para retrasar y aumentar el placer, pero con unas ganas de darle que ni un burro...Joder, si es que veo una zapatilla en el suelo y me dan ganas de follármela, ahí, metiendo rabo hasta golpear con la puntita la polla la punta de la zapa, toooma, dándole caña, espatarrao en el sofá, sujetando la puta zapa con una mano y pegando culadas pal techo, que se pegue de ostias tol capullazo... O pillarme la almohada, qué cojones, como cuando era dolescente; de rodillas en la cama, almohada contra la pared, y a meterle pollazos de caballo, sudando, berreando como un berraco, hasta dejarla de lefada de huevos hasta arriba...

Joder, joder.... Veo las fotos del último post de Chorro... Buahh, me imagino a los dos compartiendo una de esas pollas tochas, gordas... Cada uno en un lao, mamando tronco y peleándonos por mamar capullazo.... Buff, o Chorro, joder, mamándonos tú los dos rabazos, dos buenos rabos de macho para tu boquita, eh? Buuuufff..... Y tú ahí, intentando zamparte los dos cipotes a la vez, desencajando la mandíbula, ostiaaaa, pero encoñao en que nuestras pollas te revienten esa boca que mama de maravilla...

Chavales, me voy a darle, porque si no voy a acabar corriéndome encima mientras escribo... aunque ganas me dan, de seguir escribiendo con una mano y pelármela con la otra y que dispare leche la polla dónde le salga de los huevos (nunca mejor dicho); en mi cara, en el ordenador...

sábado, 20 de octubre de 2012

Series Familiares

Hola, muchachada!

Ná, entrada rápida; sábado, he de salir, y voy liado, ahora mismo de camino a la ducha.
Es sábado, está nublado, y uno se pone nostálgico... Gracias a la maravilla (jajajaua) de la TDT y el exceso de canales, podemos recuperar series televisivas de nuestra vida; este relato, propio, es un homenaje a una de ellas; cutre, rancia y populista...pero así me dejaba el paquete muchas noches...



Chavalería, hasta luego!


Los S....ano

- ¿Te pillo liado, Fermín?
- Fernaaaaaaando, Diego, Fernando…
- Coño, eso; Fernando.
- No, hombre, no… Para los amigos siempre tengo un momento; pasa, pasa…
Diego entró en el pequeño despacho del colegio, habilitado para Fernando, el psicólogo del centro. Aún sin haber avisado, Diego tenía la suficiente confianza con Fernando después de las múltiples aventuras disparatadas que habían corrido juntos, como para presentarse de improviso.
Fernando, sólo ver el azoramiento de Diego, ya supuso que pasaba algo grave.
- Bueno, Diego, tú dirás…-, dijo, sentándose en su butaca; Diego tomó asiento delante del escritorio.
- Fernando, verás… No sé cómo empezar, estoy hecho un lío…
- A ver, tranquilo Diego; empieza por el principio.
- Verás… Cómo sabes, tengo a mi hijo, Marquitos, por casa estos días…
- Sí, lo sé,- afirmó el psicólogo. - ¿Qué tal le va en Francia con Eva? La verdad es que es un muchacho estupendo, al igual que ella.
- Lo sé, lo sé, gracias, Fernando. Bueno…la cosa es que Marcos ha venido a pasar una temporada con nosotros; Eva está en Londres con un master y la niña, y mi hijo ha aprovechado para venirse pa Madrid y vernos. Lástima que se haya encontrado a Teté, Guille y Curro de colonias, pero en fin.
- Bueno, -comentó Fernando, -más tiempo para disfrutar de vuestra relación, Diego. Es tu hijo mayor, y seguro que ahora que ha formado su propia familia, necesita tu apoyo y tus consejos más que nunca…
- Si, es verdad. Y estoy contento de disfrutar de mi chaval… Además, desde que Celia me dejó, la verdad, no me encuentro, Fernando no me encuentro…
- Bueno, bueno, Diego… Tranquilo, eres un hombre maduro pero no viejo, con negocio propio, tu taberna; con una familia que te quiere, con buenos amigos… Date tiempo.
- Tienes razón como siempre, Fernando.
- Ja, ja…. No digo más que la verdad, Diego, en serio. Pero, vaya…. Algo te preocupa para venir a verme, ¿no?
- Si, si…. Ay, Fernando… Es que vaya lío….
- Venga, Diego, arranca, anda - le animó el psicólogo.
- Verás… Hace un par de días, por la mañana, mientras me afeitaba en el baño, pasó una cosa, Fermín, digoooo, Fernando, que….me lleva la cabeza loca, yo no sé, no sé, pero no estoy bien, Fermín, que no estoy bien, que me noto yo que…
-¡Para, para!- exclamó Fernando, divertido. -¡Que te embalas, y te pierdes, Diego! A ver, estabas afeitándote por la mañana en el baño, ¿y?
- Bueno… Mientras me afeitaba, entró Marcos, para ducharse. Coño, es mi hijo, y estamos entre hombres, así que ningún problema. El caso es que se desnudó, yo le veía por el espejo, y me llamó la atención que iba todo depilado. Me sorprendió, anda que no le había visto veces desnudo en las duchas del gimnasio del instituto, después de los partidos de fútbol, y bien peludo que era, como yo y como padre “¡Coño, Marquitos!” exclamé, “¿desde cuando se depilan los hombres Serr-ano?”, en un tono divertido. “Ja, ja, ja…. Papá, no seas antiguo” replicó, riendo, “me lo pidió Eva, y bueno… es lo que se lleva hoy en día”. “Je, je, je…. Como es de Barcelona, debe ser más moderna, y más viviendo en Paris”, dije, jocoso. “Anda, papá, no seas carca”, replicó mi chaval, siguiendo la broma, y se metió en la ducha…
Fernando escuchaba, absorto, con las manos bajo la barbilla.
- Bueno… Yo seguí afeitándome mientras Marcos abría el grifo y empezaba a ducharse. No había cerrado bien la cortina, y podía verle enjabonándose, en el espejo, debajo del chorro de la ducha. En un momento se giró, dando la espalda… Y…Uf, Fermín…que no sé yo cómo contarte esto, que no es de hombres bien nacidos, Fermín, que no lo es…
- Fer-Fer-Fernando, Diego, -puntualizó Fernando. El psicólogo era abiertamente gay, todos lo sabían, incluso Diego, Fiti, Santiago le habían apoyado en un antiguo desengaño amoroso, y aquella historia….aquella historia le estaba empezando a poner nervioso.
- Eso, Fernando. Ay, es que me pongo rojo solo pensar en contar esto, ay….
- Sigue, -pidió el psicólogo. -Vamos, Diego, suéltalo, adelante…
- Uf… Bueno… Marcos me había dado la espalda… Todo depilado… Veía en el espejo como le caía el agua por la espalda…y por donde la espalda pierde su nombre, Fernando… Por las piernas, torneadas, fuertes de practicar fútbol y…y…y sin un solo pelo. Igual que…ay, Dios mío….igual que el culín…redondito, durito… Hubo un momento en que se agachó a coger champú poniendo ese traserito en pompa…¡ay, Fermín! To depiladito…tan suave que se veía…
Fernando ni siquiera corrigió esta vez su nombre… Conservaba las manos cerradas bajo su barbilla, los codos en la mesa, sentado en la silla de despacho…y notando como aquella historia estaba empezando a excitarle… Era surrealista, lo que Diego, un hombretón como Diego parecía que le estaba contando, era muy, muy grave, pero…no lo podía evitar, y notaba que se estaba empalmando por momentos…
- Diego, -acertó a decir el pobre psicólogo, -¿qué….qué ocurrió?
- Ufff…. Yo…yo me di cuenta de que llevaba un buen rato mirando…había dejado de afeitarme…y tenía…llevaba los calzoncillos, y te-te-tenía…- balbuceaba Diego.
- ¿U-u-una… una ere-erección? - el psicólogo casi ni se atrevía a decirlo en voz alta… - ¿Tenías…una…estooo…una erección, Di-di-diego?
- ¡Un empinamiento de cojones, Fermín! -reventó por fin Diego. - ¡Dios mío, Ferm, ay, Fernando… se me puso como a un burro!
- ¡Diego!- casi saltó también Fernando en su silla. -¡Tranquilo, tranquilo…!
- ¿Pero cómo cojones voy a estar tranquilo? ¡Que se me empinó mirando a mi chaval, Fernando!! ¡Qué soy un degenerao, un degenerao, eso es lo que soy! ¡Que se me puso el cipote como una roca con el culito de mi hijo!- soltó, pegando un puñetazo en la mesa.
- ¡Diego, para! A ver tranquilízate…- acertó a decir el psicólogo. Estuvo a punto de levantarse, apoyando a Diego, tranquilizándole, pero… pero nada, a pesar de lo violento de la situación, de lo surrealista, el psicólogo sí que tenía en ese momento un buen empalme. Sentado en la silla, notaba toda la empalmada… La punta del nabo se adivinaba en el principio del muslo, bajo los pantalones de algodón. “Mejor no levantarse“, pensó, “o esto va a ser peor aún para Diego…”. Pero lo cierto es que esa historia, las expresiones soeces de ese tíarro maduro que era Diego, le habían puesto cachondo como a un mono….
Diego parecía más tranquilo, callado, con un aire de tristeza y preocupación que Fernando, sin duda, tenía que arreglar, como pudiera.
- Diego…- empezó, - vamos a ver… Llevas mucho tiempo solo, después de lo de Lucía y el abandono de Celia… Hum, te he dicho antes que eres un hombre maduro, sí, pero aún joven… Creo que no me equivoco si digo que hace muuucho que no tienes, ejem, relaciones sexuales, ¿no es verdad?
- Sí, sí… -musitó Diego.
- Bien… Sé que es complicado, y muy violento aceptar esto, pero… vaya, la visión de, bueno de un trasero, sin un solo pelo, joven, terso, suave, duro y prieto…bueno…tú eres un hombre, Diego, y…no digo que sea normal.normal, peeero… creo que tu reacción aunque sorprendente, entra dentro de la naturaleza animal…
- Ay, Fermín…-suspiraba Diego. - Que es mi hijo, mi chaval, Marquitos… Que no sabes lo dura que se me puso mirándole, ahí, a medio afeitar, con una tienda de campaña de la hostia… Y…y….que no es solo eso, Fernando…que, estamos en verano, y…y….va-va-vamos por casa en pantalones cortos… en calzoncillos por la mañana, y….Fermin, que no puedo apartar mis ojos de mirar ese traserito….ufff….ese traserito de mi chaval….
Con todo esto, a Fernando no se le bajaba… Al contrario, se marcaba toda la polla bajo la pernera del pantalón… y una manchita justo en la punta del capullo delataba que aquello le ponía burrísimo… Pero algo debía hacer para ayudar a su amigo Diego.
- Diego, escucha: ¿tú…tú le has dado al onanismo, pensando en esto que me cuentas?
- ¿Al enanismo?- preguntó Diego, confuso.
- Que si te has masturbado, Diego, pensando en tu chaval… Vaya, en el trasero de tu chaval…
-¡Por supuesto que no! ¡Amos, anda, Fermin, por quién me tomas! - se enfadó Diego.
- Vale, vale, cálmate…. Mira, Diego, sólo veo una solución a esto…
- Dime, dime, Fermín; sin paños calientes.
- Verás…. Todo esto te supera porque, vaya, que te excite un familiar es considerado occidentalmente tabú. Sin embargo, uno es libre de fantasear, cualquiera que sea su fantasía… Sólo en tus fantasías podrías…bueno…podrías, ejem….”meter mano” a ese culito, a esas piernas, sin sentirte culpable. Y, al hacerlo, superar los miedos que te causa esa…esa especie de atracción hacia Marcos, y hacer que esta desaparezca.
- ¿Fantasías? No te sigo, Fermin, no te sigo….
- Sí, hombre, Diego…. Mira: que te masturbes pensando en ese culín.
- ¿Cóooomo? - se agitó Diego.
- ¡Que sí, que sí, Diego! Siéntete libre para pensar en Marcos…de esa manera, y mastúrbate… Eso será una vía de escape.
- Pe-pero…. Yo…no sé, no sé, Fermin….
- Que sí, Diego… Esa es la salida… Mastúrbate tranquilamente, en casa, sin miedo, sabiendo que son solo fantasías…
- Hum…. Pero en casa, Fermin…. No sé, me voy a sentir peor….pensando que puede pillarme mi hijo…. A mis años…. Ay, Fermín….
- Diego, no te agobies; no lo hagas en casa, si no vas a sentirte relajado, pero… debes aceptar esas fantasías para que no se hagan, ni por asomo, reales. Piensa, visualiza a tu hijo, a Marcos…. La ducha….el agua cayendo por la espalda, fuerte…resbalando hacia ese culete…
Diego había medio cerrado los ojos, y se dejaba llevar:
- Fermín….uf, sí, lo veo….se agacha…haaala….todo el culito…ese culito durito, en pompa…. Sin un solo pelito…
- Eeeso, eso es, Diego, -continuaba Fernando, -déjate llevar….
- Sí…. Uff….es mi hijo, pero…qué culito….qué culo, Fermín… Ay la hostia, qué culito…
Diego continuaba con una mano sobre la mesa, pero con la otra, pensando en su chaval, había empezado a acariciarse la bragueta. Fernando se percató del movimiento, alucinando, y no pudo evitar que su rabo, tieso hacía ya rato, pegase un bote bajo los pantalones… Discretamense se miró el regazo, y, aunque ya había notado humedad, empezó a sudar de verdad cuando vió el, ahora sí, manchón de precum en los pantalones…. Cómo le estaba babeando la polla, uf…. Volvió a mirar a Diego, que continuaba sobándose el paquete… La situación superaba al pobre psicólogo; mira que hacía años que conocía a Diego, y más de una vez se había descubierto a él mismo, tomando una caña en la taberna, sin poder apartar la vista de ese culazo marcado en los pantalones, grande, aún levantado… Un culazo de machote que le encantaba. Pero ahora…ahora….
- Di.diego…- musitó Fernando, - ¿qué…qué haces?
- Uff….. Fernando, ufff….. Que te estoy haciendo caso, y me imagino agarrando ese culito…con mis manazas….uffff…..y, y…. que me estoy empalmando, Fermin….que me estoy empalmando como un caballo…..
Y era verdad; Fermín echó un vistazo a la bragueta de Diego, y el bultazo que se marcaba ahí era impresionante…. El tabernero había abierto más las piernas, medio espatarrado en la silla, y no paraba de sobarse todo el paquetón…
- Di-diego….- empezó Fernando, -creo que deberías…. -iba a decir “parar”, pero pudo más su profesionalidad como psicólogo, y continuó así: -deberías….hacerlo.
- ¿Qu-qué….? -preguntó Diego.
- Eso….ahora….estamos solos en el instituto….y te vas a liberar….Ufff, Diego…..creo…creo que es el momento….
- ¡Uf….Fermin….que se me ha puesto muy dura….!¡Joder, la cabrona….cómo se me ha puesto…! -gemía Diego, sobándose con más fuerza aquel paquete enorme.
- ¡Suéltate, Diego!- repicló el psicólogo. -¡Adelante…. Vamos, piensa en tu chaval….venga, y date gusto….! ¡No tengas miedo, date todo el gustazo del mundo!
- ¡Buahhh!! Ostiaaaas, Fernando….creo…creo que me voy a tener que hacer ese pajote….ufff…- gemía Diego.
-¡Vamos!-le animaba el psicólogo, -¡vamos, Diego, no te cortes!.
Diego, animado por Fernando, se medio incorporó en la silla y, con dificultad, se desabrochó el pantalón, bajándoselo hasta las rodillas.
- ¡¡Diooooooos!! -se sorprendió Fernando. Sentado, en gayumbos, el paquetón era espectacular. Habíha visto muchas pollas antes, pero aquello…
- ¡Ufff…., -gimió Diego, - la tengo que va a reventar, la puuuuta!
El rabo se marcaba en el gayumbos levantándolo de una forma que parecía que fuese a reventarlos, y la cojonera….¡Uf, la cojonera! Abultadísima, como si llevase dos manzanas.
-¡Diego, Diego….- ahora casi gemía el psicólogo, - maaadre mía….vamos, vamos….!
Diego, animado por su amigo, se apartó los calzoncillos, bajándolos por debajo de los huevos.
-¡Haaaaaaala! - se sorprendió Fernando.
-¡Buahhhh! -gimió Diego, ante el salto que pegó el cipote, una vez liberado. Pedazo pollón el del tabernero; la punta del capullo sobrepasaba con creces el ombligo. Un señor cipote, venudo, grueso, con un capullazo morado, brillante… Más que empinado contra la barriga de Diego, parecía el cipote de un semental. Y los huevotes, pedazo de par de pelotas…”Dios mío”, pensó Fernando, “¿cuánta leche deben llevar encima esos cojonazos, por Dios?”. Y es que eran como dos manzanas, velludos, se veían pesados… “Joder, qué polla….qué poooooolla….” pensó Fernando.
-Uahhh…. Fermin, coño…que te voy a …hacer…caso…. Me la casco….por mis cojones, que me la cascoooo….- gemía Diego, con toda la pollaza enhiesta contra su estómago.
- ¡Si….eso….eso es, Diego….da-dale….! Ufff….qué aparato….qué aparato, Diego…..
- Joder….¡que me la casco!¡Que me la casco bien, Fermin! - bramó Diego, cachondo perdido y, espatarrado en la silla, empezó a cascarse aquella polla gigantesca…. Agarrándosela con todo el puño, a duras penas podía cogérsela entera.
- ¡Uffffff…..Diego…..eso es….así, daaaale…! -acertaba a animarle Fernando, con los oos desorbitados…. Contemplando como el tabernero se la pelaba frenéticamente. Estaba empalmadísimo, sin poder contenerse de babaear, y sus pantalones ya estaban mas que encharcados de precum.
-¡Ah! ¡Joooder! -iba gimiendo Diego, venga a pegarle al rabazo, - ¡Ufff….to.tooooma, Marquitos….! ¡Tooooma….esta porra…pa tu culito, hijopuuuta!! -iba diciendo, cachondísimo, sin dejar de menársela a toda hostia delante de Fernando.
- Eso es….Ay, Diego….ufff….piensa…piensa en ese Marquitos…y dale….coooño, menudo miembro….
Diego seguía dándole caña al nabo, arriba y abajo, sudando a chorros; Fernando no paraba de alucinar, viendo a ese machazo pajeándose a lo bestia tan ricamente.
-¡Ay!¡Ayyy! ¡Jooooder, Fermin….!! -empezó a gemir Diego, dándole más fuerte a la zambomba, -¡que…que….que me voy a correr, jooooder!!!
Los huevazos saltaban a cada sacudida… De vez en cuando, Diego se la soltaba, y el cipotón, enhiesto, bandeaba de un lao a otro, como pidiendo guerra…Fernando no podía más, con la polla aprisionada en los pantalones, babeando como una locomotora, los pantalones pringaos hasta arriba de precum….
-Co-co-coño, Diego…ay la hostia….- se soltó el psicólogo.
-¡Buahhh! ¡Jooooder! ¡No…puedo máaaaas!!! ¡Ay que me corro!! ¡Ay que me corro, coooooño!!!¡ Joooder….que me corro encima de ese culito, coño!! ¡Que lo lleno de leche de macho hasta arribaaaaaa!!!
-¡Hostiaaaaa!!¡Hostiaaaa, Diegoooooo!! -bramó Fernando. Miedo le daba imaginarse la leche que podía soltar semejante capacidad escrotal…
-¡Que me vooooooooy!! ¡Buahhhh, toooooma corridaaaaaaaaa!! -y, con un par de sacudidas salvajes, el pollón de Diego soltó un par de espesos chorros de leche hirviendo que le impactaron en toda la cara, mitad en la mejilla barbuda, mitad en toda la boca.
-¡¡Uahhhhhhhhhh!!!Slurps, slurps, jooooooder, me cago en la puuuutaaa agggghh….slurps, auhhhmmmmm…. -se retorcía el tabernero polludo, intentando apartar con la lengua el lecherazo que se había llevado en toda la boca, producto de sus cojonazos. Pero el rabo seguía corriéndose, esos cojones estaban más que llenos, y dos, tres chorrazos más le estamparon en la camisa, empapándola de lefada recién ordeñada.
-¡Hos-hos-hooooooostiaaaasss!!- berreó Fernando, que, viendo como Diego se ponía perdido a cañonazos de su propia leche, no pudo más y, sin siquiera tocársela, notó como de la punta de la polla empezaba a manar lefa, manchando y traspasando como un lago los pobres pantalones de algodón; se estaba corriendo solo como un cerdo, con aquel pedazo de macho sudoroso, prinago en su propia lefada, delante suyo.
-Ufff…..Hostia puta, hostia puuuuta….- gemía ahora Diego, recostado en la silla. La mejilla y la barbilla, resbalando lefada; la camisa, echa un cromo de manchotes de corrida…. El nabazo, aún grande, reposando sobre los huevos, vacíos del todo. - Fermín, vaya tela, vaya tela….
Fernando, sentado en la silla, con los pantalones empapaos de precum, de corrida, no podía ni contestar. Sacando fuerzas de donde no podía, se dirigió a Diego:
- Ufff…..Diego….¿Me-mejor? -acertó a preguntar.
- La verdad que sí, Fermín, la verdad que sí, -asintió el tabernero. A pesar de semejante corrida, el psicólogo notó que aún se le ponía dura, viendo a aquel cabronazo delante suyo, sudao, cubierto del producto de sus propias pelotas… Con aquella pollaza morcillona aún babeando gotas de leche, manchandose las pelotazas, el suelo de la oficina…
- Bueno….creo….creo que tengo alguna camisa en el despacho, por si acaso…. -abrió un cajón, y le pasó una a Diego.
- Gracias, gracias, Fermín, -dijo este, levantándose y ajustándose calzoncillos y pantalones.
- Y, de lo que hemos hablado…. Ya sabes la solución, Diego, -remató, sin atreverse a levantarse y que Diego viera el corridón que se había pegado a su costa.
- Sí, sí -respondió Diego, poniéndose la camisa que le prestaba Fernando. - Como siempre, eres una gran ayuda, Ferm, ay, Fernando. No sé qué haríamos sin ti…
- Nada, nada…. Estoy para ayudar.
- Bueno…. He de ir a la taberna, Santiago está solo y debe estar refunfuñando como siempre. De nuevo, Fernando, muchas gracias.
Se despidieron con un apretón de manos, mientras el psicólogo continuaba sentado; una vez solo, Fernando se maldijo por no tener también unos pantalones de repuesto…