sábado, 27 de octubre de 2012

Series Familiares 2

Hola muchachada.

Joder, por fin sábado, sabadete. Son las tres de la tarde, y así estoy en el sofá... encima, esta noche salgo, así que la cosa promete... Dejo un relato corto, en el mismo estilo que el anterior; esta vez, sobre una práctica que, buff...en la adolescencia me ponía berraco.











Hasta luego, muchachada!


Los S....ano 2


BANG! BANG! BANG! BANG!
“Me cago en la puta ya, hombre”, pensaba Fiti, enfadado. Los golpes no cesaban…
BANG! BANG!
Miró el reloj, en la mesilla de noche: “cooooñe, las cuatro de la mañana… y estos que no paran, tú…”. Se revolvió en la cama, molesto.
BANG! BANG! BANG! BANG!
Lo peor, sin embargo, no eran los golpes; lo peor era pillar medio palabras: “….oma!!” “¡Asi, asssssss….”. “¡Me corrr…..” “¡¡¡Dame poll……”
“Maaaadre mía”, pensaba el mecánico, “me cago en mi puta suerte….”. Molesto y, al mismo tiempo cachondo, se pajeó. Era la tercera que caía esa noche…
………………………………………………..
Fiti, amigo de Diego, había acabado viviendo en casa de su hermana, “la Choni”, y de su pareja, José Luís, al que llamaban socarronamente “pequeñín“, debido a la poca estatura de Josico, el apodo cariñoso con el que le llamaba la Choni; un buscavidas, en definitiva, pero con su gracejo. Y enamorado de Choni de verdad.
Este enamoramiento no beneficiaba precisamente al pobre Fiti. Compartía piso con ellos, y era una pareja fogosa. Prácticamente cada noche, Fiti se veía obligado a escuchar la peripecias amatorias de la pareja; a través de la pared, oía los jadeos, los muelles del colchón, los golpes en el cabecero de la cama… Y, a pesar de que era consciente de que se trataba de su hermana, bueno… el pobre mecánico se pasaba media noche empalmado y dale que te pego. El humor que tenía por las mañanas, sin casi haber dormido, no era el mejor del mundo.
Esa mañana, estaba tomándose el café con leche del desayuno, en el pequeño salón del apartamento compartido. En camiseta de tirantes y calzoncillos, ojeroso, mordisqueaba también una galleta, con aire ausente. Su hermana ya había marchado a trabajar hacía un buen rato.
- ¡Hombre, cuñadísimo!
“El que faltaba…”, pensó Fiti, desganado. Como cada mañana, el José Luís se mostraba eufórico; Fiti no podía negar que su cuñado en la práctica era de los que tienen buen despertar. “No me extraña”, pensó, “toda la noche ahí, dándole, como los conejos, contento que debe estar, el pequeñín…”
- ….buenas….- contestó Fiti, con pereza.
- ¿Qué paaaaaasa, cuñao? ¡Venga, esa alegría mañanera!
- Que no me llames cuñaaaaaao, chiquitín…, -se quejó el mecánico.
- Venga, Fiti, venga…. Que hay que estar alegre, hombre. Bueno, ¿qué hay para desayunar? -medio canturreó este, sentándose a la mesa, recién salido de la ducha, llevando unos pantalones de deporte.
- ¡Hummmm! Café, galletas… ¿Y esos churros, dónde están? Pero, hombre de Dios, Fiti, que nos merecemos un desayuno bien de Madrid….
- Pero qué cansino llegas a ser, chiquitín… Los churros, mayormente, para el fin de semana, ¿no?
- ¡Que sí, hombre, que sí! Pareces el enanito gruñón, je, je…
- No hablemos de enanitos, José Luís, no hablemos de enanitos… -contestó Fiti, con sorna.
-¡Anda, compadre! - soltó Josico, - ¡arriba ese ánimo, cuñao! Te veo mal, ¿eh? Cansao, ojeroso…
- ¿Cansao? Anda, anda….serás cabrito… Como si se pudiese dormir mucho en esta casa…
- ¡Uy! ¿Te refieres a… Choni y yo… por las noches?
- ¡Nos ha jodido! ¿A ti qué te parece?
- ¡Ay, Fiti, Fiti…-, suspiró José Luís, - ¿qué quieres qué te diga? Tu hermana me tiene enamorao hasta las trancas, y uno que es hombre, y con semejante hembra, pues tú dirás…
- ¡Eh! -le cortó Fiti, -¡Cuidao, que es mi hermana!
- ¡Ja, ja, ja! Que sí, hombre, que sí…. Si yo sólo puedo tener palabras bonitas para esa real hembra, cuñao… Y, ya te digo, la pasión es la pasión…
- ¿Pasión?, -replicó Fiti. - Esto es lo que viene siendo mayormente calentura, chiquitín. Y cada noche la misma gaita, pues ya cansa…
- Las paredes, que parecen de papel… Si es que esta España nuestra… Cuando estuve viviendo en EEUU (ya sabes, lo que es América, pa entendernos), ahí… ahí sí que se construye con tesón, y…
- Chiquitín, chiquitín, corta el rollo fantasma, anda… Que lo que es, es, y así no hay manera de dormir toda la noche a pierna suelta. Cortaros un poco, coño, que luego en el taller me voy durmiendo por los rincones…
- ¡Ja, ja, ja….! Ay, Fiti, pues sí que lo siento… La verdad es que no habíamos pensado en que duermes en la habitación de al lado… ¿Y se oye mucho?
- Hombre….-continuó Fiti, -pues lo que viene siendo el típico recital del refocile; que si el colchón, que si el cabecero, que si gemidos… Un no parar, vamos.
- ¡Jo, jo…! -reía Josico, divertido. - Bueno, a la Choni, ni palabra, que es una señora y se va a poner colorada… No, en serio, cuñao, siento si te hemos despertado…
- SI no es por despertarme, si es que casi no duermo, Josico… SI es que me paso media noche… -Fiti no acabó la frase, dándose cuenta de lo que estaba a punto de decir, y, enrojeciendo, se metió otra galleta entre pecho y espalda rápidamente.
Pero Josico había pillado lo que Fiti estaba a punto de decir, y, con su bonhomía habitual, la situación le parecía divertida, más que incómoda.
- Fiti, Fiiiiiti… Que ya veo por dónde vas, salidillo…. -espetó Josico, pegándole un codazo.
- Eh…., -vaciló este,- que no… que no es eso, pero….vaya, que no descanso bien.
- ¿Que no descansas? ¡Je, je, Fiti! Que me parece a mí….me parece a mí….
- ¿El qué? -preguntó Fiti, que seguía colorado del todo.
- ¡Que te van a salir callos, cuñaaaaaaao! ¡Ja, ja, ja, ja! -rió Josico, guiñándole el ojo.
- Pero mira que eres bruto, chiquitín… - dijo Fiti, algo molesto, pero aún más incómodo. La verdad es que sentía que le habían pillado en falta.
- ¡Pero si es normal, hombre! Si yo entiendo que es tu hermana y todo eso, pero, vamos…. Que con toda la escandalera que pegamos, pues ya imagino que debes pegarte media noche dándole al manubrio, ¿o no?
- Uff….. Pues mayormente… -reconoció Fiti, avergonzado.
- ¡Ja, ja…! Pero mira que eres cortao, cuñadito…. Lo que te digo, que te van a salir callos, ¡ja, ja!
Aunque Fiti se sentía rojo de vergüenza, lo cierto es que Josico tenía razón. Con la movida que montaba la pareja, al mecánico le era imposible no empalmarse como cuando era adolescente, y matarse a pajas. Manos le faltaban, para pelársela prácticamente a diario.
- Ay, Fiti, Fiti… No, soy un caballero; te prometo que intentaremos que puedas dormir, no haremos tanto ruido… Que a este paso, vas a acabar dándole a la almohada, ja ja ja…
- ¿Cómo, dándole a la almohada…?, -preguntó Fiti.
- Coño, Fructuoso… Ya sabes, hombre…
- Pues no, Josico, no sé que es lo que vienes a referirte…
- Ja, ja… Pero no seas antiguo, cuñao… Pues eso, montándoleto con la almohada; para que no te salgan callos en la mano, más que nada.
- ¿Con la almohada…?-, siguió Fiti, curioso.
- Vamos a ver, Fiti-, explicó el pequeñín, divertido, -es una forma, pues de eso, en momentos de sequía, de darle al manubrio: en castizo, follarte la almohada.
- …………………..
Fiti seguía curioso; desde adolescente se hacía sus buenos pajotes, y siempre de la misma forma: con la mano derecha, y a darle. A veces con la mano izquierda, con la que le costaba más y alargaba el placer de estar pelándosela, pero nada más. Eso de la almohada, no acababa de verlo claro, a pesar de la curiosidad morbosa que le estaba levantando José Luís.
- Uy, uy, uy-, continuó este,- ¿me equivoco si creo que no te has pajeado nunca de esa manera?
- Hombre, pues mayormente no…
- Jo, jo, jo…. ¿Pues sabes qué te digo? Que no te acostarás sin saber una cosa más. - Y, levantándose de la mesa, palmeó la espalda de Fiti, diciendo: - Anda, Fiti… Vente, que voy a ser un buen cuñao y te voy a dar una clase práctica…
- Pero, pero…-, dudó Fiti, -¿ahora? ¿Tú?
- Pues claro, hombre de Dios; anda, vamos a tu cuarto.
No muy convencido, pero intrigado, Fiti siguió a Josico a su habitación. Pequeña, aunque alegre; ventana que daba a un parque cercano, armario, mesita, y una amplia cama de matrimonio, con sábanas blancas, desecha aún. Y la cama, con su almohada.
Los dos hombres, Fiti en camiseta imperio y calzoncillos blancos, y Josico con su pequeño pantalón de deporte azul, se quedaron de pie delante de la cama,
- Mira, Fiti, -indicó Josico -siéntate en un lado y observa.
- Vale, vale… -solo acertó a decir el mecánico.
Se sentó en un lateral de la cama, girando la cintura para ver a Josico. Este, se subió encima de la misma, de rodillas. Cogió la almohada, blanca, mullida, y la apoyó, verticalmente, medio doblada contra el cabecero de la cama, que daba a la pared.
- Bueno, Fiti… ¿Ves?, te pillas la almohada contra la pared, así, a lo largo…. Hum, la abrazas, como apoyándote en la pared… Lo más apretado posible contra la almohada, así, de rodillas… Y…anda…toma culada…¿ves? Asi…otra…otra…¿pillas, cuñao?
Efectivamente, Josico había empezado a mover la pelvis, pegando culadas contra la almohada. “Joder”, pensó Fiti, “pues sí que parece una follada, si…”
- Uf…-, continuaba Josico, - vas apretando…pasando todo el rabo contra la almohada…uf…así, sin dejar de darle…
Fiti seguía mirando, anonadado; estar viendo al pequeñín, todo abrazado a la almohada, pegando culadas…moviendo el culo adelante y atrás, haciendo fuerza con los muslos, peludos, de rodillas, encima de la cama…todo eso le estaba calentando; le estaban dando ganas de probar.
Se incorporó, diciendo: - Hum… anda, pequeñín, déjame probar, a ver…
- Vale, vale…,- contestó Josico, apartándose. Fiti no puedo evitar darse cuenta de que, con la tontería, Josico se había puesto también cachondo; el pantalón azul de deporte marcaba un buen abultamiento…
Fiti se subió a la cama, arrodillándose. Josico se apartó, para dejarle sitio, pero sin bajarse de la cama, de rodillas al lado de Fiti. El mecánico se acercó la almohada, abrazándola y, apoyándose en la pared, pegó todo su torso y el paquete contra la almohada. La verdad es que la sensación molaba mucho, todo el paquete apretado contra la almohada, calentita, mullida, pero con cierta resistencia. Tal como había visto hacer al pequeñín, pegó un par de culadas, como si quisiese follársela. “¡Guau!”, se sorprendió Fiti, “joer, qué gustazo…”
- ¿Qué? ¿Qué cuñao, qué? -preguntaba, ansioso, Josico, a su lado.
- Pues…buuuuf-, suspiró el mecánico, pegando una tercera culada, -no…no está nada…nada mal…
- Ja, ja, ja… Te ha molao, ¿eh, cuñao? Anda que no… -rió Josico.
- Uff…pues..pues sí, la verdad…-, resopló Fiti, pero sin dejar de darle.
- Vaya teeela…. Anda, déjame volver a probar a mí, que hace años que no hago esto… - pidió José Luís, apoyando su mano en el hombro de Fiti. Este se apartó también, cediendo la almohada a su compañero.
- ¡Joooder, Fiti! -exclamó este, mientras pillaba la almohada, - sí que te ha gustao, sí… ¡Menudo empalme, ja, ja, ja!
Y era cierto; al igual que Josico, Fiti tenía una fuerte erección dentro de los calzoncillos.
- Ufff…Ostia, así…toma…toma…- empezó Josico, a moverse. Sin darse cuenta, iba pillando velocidad, y las culadas eran más rápidas.- Joer…!toma, toma, tooooma…!
Fiti, a su lado de rodillas, notaba entre las piernas los botes que le pegaba la polla. Se la acariciaba por encima de la tela, sin dejar de mirar como José Luís iba metiendo caña.
- Me toca, pequeñín, -le dijo rápidamente. Pilló la almohada, dejando a Josico con ganas de pegar varias embestidas más, y un paquete aún más crecido que antes. Cuando se disponía a pegarle una nueva tanda de culadas, Josico, agarrándole del brazo, le paró.
- ¡Espera, espera!
- ¿Qué pasa…?
- Uf, cuñao…. Mira…ahora que ya sabes…es mejor incluso…sin calzoncillos…. -sugirió Josico.
- Hostia, hostiaaaa….-, contestó Fiti, sorprendido. - ¿Sí o qué? ¿Me los saco…?
- Venga…venga, va, Fructuoso…. Ahora que ya estamos….
Fiti no necesitó más; de un tirón, se bajó los calzoncillos hasta las rodillas. ¡Joder, si la tenía dura! Empinadísima, con todo el capullo rojo intenso descubierto, y los huevos apretaos en la base del rabo.
-¡Ufff, Fiti….! Cuñao, la tienes dura como una porra, ¿eh? Venga…dale, dale ahora…
Fiti no se hizo de rogar; abrazándose de nuevo a la almohada, pegó un primer pollazo. “¡¡¡La hoooostia!!!” se sorprendió, al notar como todo el rabo se estampaba contra la almohada. Notaba el roce de la tela y la resistencia por todo el tronco hasta la punta del capullo. Sin pensarlo, pegó un segundo pollazo, más fuerte que el anterior.
-¡Uahhhhh!¡Qué gustaaazo!-, exclamó el mecánico. En ese segundo pollazo, el capullo había chocado y se había quedado presionado contra una arruga de la tela. Intentando no moverse demasiado, el mecánico pegó otro golpe de culo:- ¡Buahhhh! ¡Toma, toma polla! -gimió, sintiendo la presión de la tela sobre todo el capullo. Con un cuarto pollazo bien fuerte, por fin el rabo superó el obstáculo, refregándose por toda la almohada de nuevo.
-¡Ostia, Fiti…!-, exclamó Josico, a su lado, -¡lo has pillao, cuñao! ¡Venga, dale, dale fuerte, coño! -le animó.
-¡Uahh! ¡¡Toma, toma, toooooooma!!
- ¡¡Dale, cuñao, dale poooolla!!-, pero Josico no podía más. -¡¡Pásamela, Fiti!! ¡¡Pásamela que se va a enterar esta almohada de lo que es follarla a saco!!
Sudando, Fiti se detuvo; arrodillado como estaba, se sentó sobre sus talones. ¡Cómo llevaba el cipote! Apuntando al techo, más duro que una piedra. Josico se agarró la almohada, cachondo perdido, y, al igual que Fiti, se bajó los pantalones, quitándoselos. Fiti vió el nabo del pequeñín, que de pequeñín no tenía nada; de longitud normal, pero bien gorda, más que la suya… Eso sí, los cojones, igual de apretaos, señal de que estaba excitadísimo, como él. Así, Josico, totalmente desnudo, se agarró la almohada, y empezó a pegarle pollazo tras otro.
-¡Joder!¡Joooder!¡Toooma!¡Toma chorizo! -iba soltando Josico. Fiti contemplaba como le pegaba a la almohada, a buena velocidad.
-¡Hostiaaas, pequeñín! -le animaba también, -¡la vas a perforar, cabroncete!
Pero Josico no paraba; Fiti sentía la vibración de la cama con cada golpe de culo que metía Josico, resoplando. El mecánico se incorporó nuevamente, de rodillas, poniéndose al Lado de José Luis.
-¡Venga, que me toca!-, le pidió. Pero José Luís estaba salido, y no paraba de pegar pollazos, ahora fortísimos, a la pobre almohada, sudando a chorros, cachondo como un burro.
-¡Uah!¡Joder, joder Fiti!¡¡Qué gustazo, ostiaaas!! -iba diciendo Josico.
-¡Va, pequeñín, que me toca!! -le agarró de los hombros, apartándole. Josico, haciendo caso, se apartó mínimamente, provocando que Fiti tuviera que pegarse prácticamente a su cuerpo sudoroso para colocarse en posición y darle bien a la almohada.
-Pe-pero…- exclamó Fiti, -¡pero qué guarro eres, pequeñín! ¡Joder, cómo has dejado esto, coño…!
-¡Ja, ja, ja…-, rió el aludido, -ya, Fiti, qué quieres…!
Y es que toda la parte superior de la almohada se veía algo húmeda, debido al sudor del pecho velludo de José Luís, al igual que los lados, del sudor de los muslos. Pero, por el centro, se veían dos, tres amplios manchones mojados de verdad…
-¡Joder, Josico…- continuó Fiti, dudando de pegar ahí su polla, -la has babeado toda, coño….!
-Ya, ya…- se excusó este, - qué quieres, estoy cachondísimo…
Era cierto, a pesar de los manchones en la tela, de la punta del ancho rabo aún colgaba un filo hilo de precum. - Pero, Fiti -, continuó, - venga, hombre, sin remilgos, joder, que estamos entre hombres…
La verdad es que a pesar de todo, el nabo de Fiti seguía más que duro. Aunque indeciso, se agarró a la almohada y, esta vez, en vez de pegarle duramente, se frotó, con timidez, contra la tela, intentando evitar tocar con el rabo los manchurrones provocados por Josico. Pero este reaccionó rápido:
-¡¡Venga, coñiiiio!! ¡Daaale bien! -y, gracias a la cercanía, le empujó de la cintura, cubierta aún por la camiseta de tirantes, provocando que el cuidado de Fiti se quebrase. Sintió de golpe que toda la polla se frotaba contra las manchas húmedas, calientes.
-¡Uauhh! - gimió el mecánico, sorprendido de nuevo, -¡¡hoooostia puuuuuuuuuta!!
-¡Jo, jo, jo! ¡Vamos, follátela a saco, cuñao! -animó José Luís. No hizo falta más, el gustazo que había sentido Fiti en la puntita del capullo al sentirlo apretao contra toda la mancha de babeo de polla había sido suficiente.
-¡Joder! ¡¡Le doy, le dooooooy!! - y empezó a arreciar en las embestidas, salvajes, venga a golpear, a frotar toda la tela con la polla durísima.
-¡¡Pásamela, joder!! ¡Pásame la puta almohada, cuñaooo! -pidió Josico, apartando a Fiti de un empujón.
-¡Quita, coño!¡¡Jooder, que me la estoy follando de puta madre!! -se quejó Fiti, sin dejar de pegar pollazos. Pero la cachondez de Josico le daba fuerzas, y a duras penas medio se colocó delante de Fiti, que tuvo que apartarse por cojones, dejando que el pequeñín le diese su tanda de pollazos a la sufriente almohada.
Fiti quedó detrás de Josico, apoyándose en la pared con un brazo, el otro en el hombro de José Luís. Este golpeaba el pecho de Fiti con su espalda con cada embestida, y, debido a que era bajito, Fiti tenía cierta perspectiva desde el hombro de Josico para ver cómo refregaba sin parar la polla.
-¡¡Joder, Josico!! ¡¡Jooooder, dale!! ¡Fóllatela bien, fóllala! -le animaba.
- ¡Sí, sí! -gemía Josico, venga a moverse. -Joder, Fiti… Mira, mira, cabroncete, mira como la voy a dejar…
Diciendo esto, se apartó ligeramente; de rodillas, muy cerca de la almohada pero sin rozarla, se agarró la polla, sacudiéndosela como una manguera.
-¡Haaaaala!-, exclamó Fiti. Al sacurdise el nabo, un hilazo de precum cayó sobre la tela, formando todo un reguero húmedo.
-¡¡Ja, ja,ja, joooder…-, reía Josico, -espera, que…hay…maaaaaaaás!!
Esta vez, casi sin rozar, con un ligero movimiento pélvico, hizo pasar el capullo por la tela, dejando en su recorrido una marca aún más humeda.
-¡¡Hostiaaas, pedazo cerdo, joooder!! -escupió Fiti. Apoyándose solamente en Josico, dejó la mano de la pared y, no lo pudo evitar, acarició la tela empapada.
-¡Uahhh! -gimió, -¡¡mi polla!! ¡Tengo que meter ahí mi polla!-, exclamó el mecánico.
-¡No! -cortó Josico, -¡espera….espera que la inundo, joder! ¡Ay, ay que me la follo hasta el final!
-¡Hostia! ¡Pues dale! ¡Jooooder, dale, so cerdo, dale a esa puta almohada, dale bien de rabo!
-¡¡Ufff….!!¡¡Me la voy a cargar…joder, me la voy a cargar!! -y, diciendo esto, volvió a los pollazos, como loco. Fiti, perdiendo totalmente el control, se colocó detrás suyo; veía el culo, peludo, venga a pegarle a la almohada, moviéndose a toda hostia. No se le ocurrió otra cosa para animar más a Josico que, poniéndole las manos en ambos cachetes peludos, empujarle hacia adelante, ayudándole en la buena follada que le estaba pegando a la almohada.
-¡Auhhhhh!! -exclamó el pequeñín, alucinado de sentir las manos de Fructuoso en su culo, aúpándole.-¡ La hostia! ¡Ufff, la voy a taladrar!¡¡La voy a taladrar con la poooolla!!
- ¡No pares, cabrón!¡¡No pares, dale polla, dale, dale, daaaale!! -bramaba Fiti, con las manos pringadas del sudor del compañero, pero sin dejar de empujarle.
-¡Fiti!¡¡Jooooder…me….me….me corro, cojoooooonesss!! -estalló Josico. Fiti no soltó el culazo, y, con las dos embestidas más salvajes de la mañana, Josico empezó a soltar leche sobre la almohada.
-¡Te estás corriendo, cabronazooooo! -advirtió Fiti
-¡Uahhhhhhh! ¡¡Toma leeeeeeeche, jooooooderr!! - era lo único que podía decir Josico. Con una última culada, se apartó, tumbándose boca arriba sobre la cama, derrengado.
-¡La hostia! -exclamó Fiti; delante suyo, veía la almohada, arrugada y empapada, chorreante de ráfagas de leche. Sin pensárselo dos veces, se adelantó y de un golpazo tremendo, estampó su polla contra la lefada almohada.
-¡Auh! -se quejó medio en broma Josico; con el movimiento brusco de Fiti, su pierna había quedado encima del brazo del pequeñín. -¡Ja, ja…joder, Fiti….!
-¡Uahhhhh!¡¡¡La voy a lefar también!!! ¡¡La vamos a destrozar…a….lechadas!! -bramaba Fiti, ajeno a todo salvo a la sensación de los golpetazos del cipote en la puta almohada, empapada de semen. -¡Toma, toma, toma, toma, toma! -gemía, encabronado en pegarle pollazos fortísimos. Josico, viendo a su cuñao disfrutando de esa manera, soportaba con paciencia el peso de la pierna del mecánico, mojándole el brazo de sudor.
-¡Venga, Fiti…, -le iba diciendo, - venga campeón!¡Dale leche, que lo está deseando, veeeenga!
-¡Auh! ¡Aggggggg!! ¡Me corro!! ¡¡Joooder, me corro vivoooooo!! -gritó el mecánico, con unas últimas embestidas que casí hacían rebotar a Josico encima de la cama.
-¡¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! -rugió. Las pelotas se le pusieron aún más duras, más pegadas contra el tronco de la polla, totalmente pringosa gracias a la lefada de Josico, y empezó a disparar leche; de tan salido que estaba, sin dejar de moverse como un toro, de pegar pollazos como podía.
-¡¡Haaaaaale, cuñaooooo!! - exclamó el pequeñín, - ¡¡joder, que salpicas, cacho guarro!!
Debido a su posición, con la cabeza al lado de las embestidas del mecánico, los chorrazos descontrolados de este saltaban por todos lados: a la pared por encima de la almohada, a la cabecera de la cama, a la almohada obviamente, y salpicando el colchón, algunas gotas se llevó Josico encima de la frente.
- ¡Uffffff, qué corrida….! -gemía Fiti, moviéndose aún aunque con lentitud, con el nabo escupiendo las últimas gotas, cayendo en la parte más baja de la almohada, mientras se retiraba hacia atrás, tirándose también sobre la cama, exhausto.
- ¡Ja, ja….! Uf... Cuñao….¿qué, te has quedao bien? -preguntó José Luís.
- Mayormente, lo que viene siendo de puta madre, pequeñín…. Maaadre mía, menuda pajaza…. - suspiró Fiti, relajado, - aunque esa almohada ha quedao para tirar…
- Je, je,je, cuñadito-, replicó Josico, - se puede tirar o… ¿lo has probado con la almohada, digamos… acartonada?
-¡Joder, Josico! - exclamó Fiti, alucinado -¡al final sí que vas a ser un hombre de mundo, mamonazo!

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