martes, 24 de abril de 2012

El mejor amigo del hombre.

Bueno, antes de todo, disculparme de nuevo por tardar tanto en actualizar, sobretodo ahora que alguien me dejó un comentario pidiéndome entradas más a menudo... ¡que ilusión me ha hecho! Confío en que a parte de divertirse o gustarle cómo escribo a esa persona -que ahora está leyendo ésto- le ponga también caliente lo que cuento y se haya corrido a mi salud.

En fin, hacía tiempo que no salía pero anoche me di una vuelta con unos colegas, y entre rayita y rayita de speed he vuelto a casita mas caliente que una mona. Me ha gustado la media hora larga que  he tenido que andar hasta mi barrio sacarme los huevos por fuera de los calzoncillos y desabrocharme la bragueta. Llevaba en ese momento tanto speed que no se me ha puesto dura pero el airecillo en el rabo estaba bien, y mentalmente me estaba poniendo como un burro. Al cruzar uno de los puentes que hay en mi ciudad me he sacado la polla directamente por fuera de la bragueta y he andado un rato así, deseando que alguien con insomnio desde un balcón me viera pasar con el cimbrel al aire.

Pero eso es lo de menos... hoy os voy a hablar del mejor amigo del hombre, que no es su rabo, sino el perro. Estaba buscando porno por internet cuando he llegado de casualidad a este vídeo, y me ha encantado: un hombre enculando a su perro. Al principio no se ve mucho, lo estaba mirando más por morbo que porque me excitara, pero a los 0:50" segundos... ahhhhhn he flipado. Miradlo, mirad como coge al perro por detrás y lo ensarta con facilidad. El perro, con cara de gusto, se deja hacer mientras el tío empieza a empollarlo, dándole caña hasta los huevos. Me ha excitado mucho mucho, se me ha puesto dura a reventar, y el final ha sido apoteósico, cuando el hombre saca su cipote del culo del perro y empieza a eyacular, el perro se gira y con avaricia empieza a lamerle el capullo y los goterones de leche que le caen... lo describo  ahora y se me pone dura otra vez. Es lo más morboso que he visto en mucho tiempo, tanto que he vuelto para atrás el vídeo como diez veces, empezando en los 0:50" segundos y deleitándome con la folllada. Joder, vamos a verlo juntos y sigo escribiendo...



Es que es superior a mí, me la estoy volviendo a machacar, escribiendo para variar con una mano y en la otra bien agarradito mi rabo, que tanto placer me da. Cuando lo he visto esta noche me he pegado una corrida que casi me revienta la polla, los lechazos han llegado a la pared de enfrente. Cómo me gustaría ser el perro, pero sobretodo, como me gustaría follarme así a ese perro, endiñarle toda la polla hasta el fondo y correrme después en su boca...

Muchas veces he practicado la zoofilia. Yo creo que quien más quien menos de adolescente a jugado con su perrito. La lástima es que yo nunca penetré a ningún perro, me daba miedo hacerle daño, pero por supuesto, si me han lamido la polla. Empecé, no se, con trece o catorce años. Como sabéis, era un niño bastante depravado, sin el sentido común de ahora que me hace ver algunas cosas de otra manera. Mi abuela tenía una perra y mis padres otra. Era cuestión de tiempo que el treceañero salido se la hiciera chupar por sus mascotas...

La mayoría de las veces me ponía mermelada, una mermelada de naranja amarga que le encanta a mi madre y que a la perreta de mi casa le volvía loca. Sumergía mi pollita de nene dentro del tarro y me la untaba bien, y sólo tenía que quedarme de pie. El animal, claro, olisqueaba y se me ponía a darme unos lametones que veía el cielo. Yo me la sujetaba por la base para que no se me moviera mucho con los achuchones y así ella podía darle a la lengua. Como mé gustaba entreaabrirle los dientes con el capullo y endiñarle polla por la boca. Cuando veía que me quedaba sin mermelada en el rabo lo volvía a meter en el tarro y vuelta a empezar, así hasta que estaba tan excitado que me la machacaba llegando al orgasmo con la lenguecita aspera de la perrita rodeándome el capullo. Con la perra de mis abuelos era la misma técnica, aunque ésta era más cariñosa o más puta o vete a saber pero no necesitaba tanto añadido, me sacaba el rabo y le daba a base de bien. Lamía y lamía y no parecía cansarse nunca, yo mientras le acariciaba la cabecita y sus dientes a veces me arañaban y me daba un gustazo que no veas. A ésta en concreto, a la de mi abuela, recuerdo que me daba de vez en cuando por acariciarle el coño, incluso una vez empecé a chupárselo, pero no me excitaba especialmente así que pronto me dediqué a recibir placer solamente. Claro, también me untaba por los huevos y era una pasada porque chupaba inconscientemente, sin cuidado, y me hacia bailar los cojones con cada lenguetazo y me daba un miedo morboso que me mordiera los huevos, lo cual me ponía más caliente. Luego, como digo, me corría ayudándome con la mano mientras chupaban, llenándoles la carita y el pelo de lefa, ellas lamiendo con más ahínco la mezcla de leche de mis pelotas y mermelada, que parecía que les gustaba el sabor.


En fin, me ha ido a temporadas lo de que los perros te la chupen, primero porque luego muchas veces me sentía culpable y porque no se, después de una temporada me daba por otra cosa. Pero recuerdo que cuando tenía ya 23 o 24 años, le regalé a la la que era mi novia entonces un perrete. Vivíamos juntos desde hacía unos meses (nosotros llevábamos como tres años de relación, algún día contaré las cosas que he hecho con ella) así que el perrete fue un poco de los dos.


Y hete aquí que un día que estaba yo calentito, me dije "Perro, pequeño, cariño, ven aquí que te vas a empachar de polla". Ay... ese perrete si fue todo un descubrimiento. Quizá porque era muy joven, unos meses, o porque le fuera el mambo o por lo que fuera, mi perrete no se contentaba con chupar y lamer la nocilla o la mermelada o la miel que le pusiera. Mi perrete se metía mi cuarto de kilo de polla en barra hasta la garganta, y jugaba con ella. ¿Por qué lo hacía? Ni idea, tal vez un recuerdo de cuando mamaba de su madre y sacaba otro tipo de leche, pero el caso es que lo hacía. También chupaba, y mordisqueaba, pero la primera vez que vi mi polla enterrada en el morro de mi pequeño perro no lo pude evitar y me corrí en segundos. Recuerdo que le sostuve la cabecita porque por nada del mundo hubiera dejado que sacara de allí mi rabo mientras chorreaba lefa hasta su garganta. Luego, el pobre, seguía lamiendo por mi polla, mis cojones y mis piernas, buscando cualquier mínimo rastro de leche, pero de la de polla. Si ahora yo era un poco el sustituto de su madre, lo iba a ser en todo. Mi niño no se iba a quedar sin mamar y sin su ración de leche calentita recién eyaculada.

Además, con él probé muchas veces algo que no había hecho antes con las otras perras, que es que me comiera el culo. Me untaba nocilla por el agujero, me dilataba y metía una cuchara sopera de nocilla y me ponía a cuatro patas. El animalet, como si mi culo fuera su comedero, se acercaba contento y se ponía as lamer, empujar y entresacar de mi culito todo aquél dulce. Fueron mis primeras comidas de culo, pues ninguna persona me lo había hecho aún, y eran maravillosas, que gustazo su lengua abriéndome el agujero, me metía la nariz y empujaba con el morro y me lo abría... menudas corridas de polla me pegaba, a cuatro patas, abierto de piernas, mientras el perrete chupaba por todos lados...

A mí me gustaba acariciarle los huevos, conforme se fue haciendo mayor me gustaban más, eran grandes y oscuros, se tumbaba en el sofá boca arriba y mientras yo veía la tele masajeaba los cojones de mi perro. La polla se la tocaba a veces, pero no me gustaba su aspecto, era fea de cojones, así que la dejaba estar.

Más de una vez me pensé muy seriamente dejarme encular por él, pero tenía mucho miedo a no poder controlarlo y que me hiciera daño, así que nunca he sido follado por un perro. Y como he dicho arriba, aunque muchas veces pensé en ser yo quién se los follara, ninguno de los perros con los que me he divertido era lo bastante grande para aguantar mi rabo, creo. No quería arriesgarme a hacerles daño o que se mosquearan y me lo hicieran a mí. Lo de lamerme el culo, los huevos y la polla, al fin y al cabo, no les hace daño...

En fin, con esa chica rompí, se llevó el perro y trozos de mi vida y mis recuerdos, y a otra cosa, mariposa. Ahora tengo yo una perrita de tres años, pero apenas recuerdo haber intentado nunca nada con ella, igual alguna vez me suena haberle acercado la polla pero ya está. No se, a esta la quiero como a una hija y me siento un poco mal. O puede que ya sea mayor, no sé...

Pero claro, también es verdad que hacía muuuucho tiempo que no pensaba en la zoofilia, pero es que hoy... ese vídeo y otros que he estado viendo me han calentado mucho, he intentado como desesperado que me la chupara en el momento que más duro estaba, como no estaba por la labor porque estaba sobadísima -era madrugada- le estado pasando el rabo por toda la carita mientras se me hinchaba más y más... y joder, seré sincero: quiero enculármela. No me quito de la cabeza el vídeo ése, cuando esta mañana me he ido a pasear a la perreta, he visto a un perro grandote, con unos cojones enormes y una buena polla y me he puesto cachondo, se me ha puesto dura y eso que ya llevaba un par de corridas y el speed, pero lo miraba sentado en el parque, miraba su culo... joder. Pero es que mi perra es demasiado pequeña, pesa veinte quilos y me llega por las rodillas, yo creo que no aguanta mi polla, así que me contendré, pero jodeeeeeeer cómo me gustaria tener un buen perro macho ahora al que romperle el culo con todo cariño... darle pollazos... es que podría hacérmelo todos los días, en lugar de pajas, cuando no tuvieran nadie con quien follar, engancharía a mi perro y lo ensartaría.

Me estoy poniendo cachondo otra vez, así que lo dejo de momento, que quiero agarrarme bien la polla a dos manos.

Por cierto, de toda la zoofilia que he visto en mi aftereo de hoy, me quedo de lejos con los perros machos follados por tíos y con algo super guapo: tías comiendo pollas de caballos y burros. Joder, los cabrones sueltan litros pero litros de lefa, les peta la cara, se les cae de la boca como si estuvieran vomitando semen... con lo que me gustan a mí las eyaculaciones abundantes, ver una polla como mi brazo de gorda de un caballo soltando auténticos manguerazos de leche me ha puesto super cachondo. Me la bebería entera, joder.

viernes, 6 de abril de 2012

Tragar por el culo.

Ay... mi culito. Es pequeño y peludete, pero eso para mí es lo de menos. Si este post lo comienzo suspirando con ese "ay... mi culito" no es por su forma, sino por su fondo. Concretamente, la falta de él. Y es que disfruto de mi culo como un enano, de lo tragón que es, de la capacidad que tiene el pequeño para endiñarse las cosas más peregrinas. Me encanta penetrármelo, dilatarlo, sobarlo, acariciarlo... me encanta correrme por el culo, notar los músculos de dentro apretando rítmicamente lo que sea que esté metido en ese momento en él, la sensación de que me voy a cagar de gusto, tenerlo bien abierto y aún así querer que se abra más y más...

Es algo que me empezó de pequeño y que, curiosamente, explotaba más antes de descubrir que me gustaban los tíos y empezar a ser follado. Hoy en día, y aunque todos los días me masturbo la polla (o follo), pueden pasar tranquilamente un par de semanas o un mes sin tener ganas de meterme algo por el culo. Me va como por temporadas, ahora por ejemplo llevo un par de días muy así, con ganas de que me lo follen o de follármelo yo con un buen pepino, el otro día me acabé cascando tres dedos dentro y me hice una paja del copón, e incluso mientras escribo noto como se me abre como una boca hambrienta, excitándose. Es seguro que hoy -mejor cuando estén todos en mi casa acostados- juguetee un poco (o un mucho mucho mucho ay....) con mi culo.

Aunque recuerdo perfectamente la primera vez que me corrí por el rabo, con once años, no me pasa igual con el culo, no recuerdo cuándo o por qué me dio por explorar con mis deditos de preadolescente por ahí, pero sé que era muy jovencito. Tenía además mis juguetes preferidos, supongo que como todos. Me metía zanahorias, que cogia de madrugada de la nevera y luego guardaba llenas de mierda en un cajón, envueltas en papel, hasta que podía tirarlas en la calle. Eran otros tiempos, era inexperto y aún no sabía vaciarme bien el culo antes de rellenármelo con algo.

Durante mucho tiempo uno de mis juguetes favoritos fue el desatascador del baño. Era de plástico y goma negros, y lo bastante grueso para mi virginal e inocente culito. Tenía catorce años en mi época de amor con el mango ése. Recuerdo que mis padres salían todos los viernes con un matrimonio amigo a cenar, día que aprovechaba yo para divertirme como el niño que era. Buscaba uno de esos canales cutres locales con porno de madrugada y me veía una película, cipote en mano. Como el desatascador hacía ventosa, lo falcaba en una silla y me ponía a horcajadas, metiéndome los cerca de 25 cm de plástico en todo el culo, bajando hasta el fondo con cuidado y subiendo otra vez. Arriba y abajo, arriba y abajo. jodiéndome el culo con lentitud y deleite. Recuerdo que cuando me conseguía sentar en la silla, empalado en mi juguete, me sorprendía que pudiera tragar tanto por ahí. Eran tiempos en los que no conocía bien lo que hacía, y temía hacerme daño. Pero me lo pasa bomba, me solía correr con chorros largos, manchando todo el suelo. Después, débil y jadeante, me iba levantando con las piernas temblando, con la sensación de estar cagando el desatascador. Siempre quedaba un poco de mierda alrededor, metida entre las estrías del condenado consolador que me improvisaba, así que lo lavaba bien con jabón hasta asegurarme de que no olía y lo dejaba en su sitio. De todas formas, tantas veces me autofollé con él que acabó estando visiblemente doblado. No creo que mis padres de todas formas sospecharan que su hijito, que no tenía casi pelos en las pelotas aún, se calzaba todo lo que pillaba por la casa.

Guardo especial recuerdo también de un rodillo de esos de amasar pizza, bastante bastante gordo. No vi a mi madre usarlo para cocinar jamás, así que jugaba con él sin remordimientos de conciencia. Era largo y gordo y de madera suave. Con el rodillo éste también tuve una buena época. Debía ser ya un poco mayor, 15 o 16 años. Lo metía entre el somier y el colchón, atado con cinta aislante, de manera que sobresalía aproximadamente un palmo por el borde de la cama. Cogía una leche de esas de protección solar y lo untaba bien, porque era tan gordo que me daba miedo, me ponía en suelo a cuatro patas y me iba moviendo hacia atrás, buscando la madera con mi ojete. Cuando lo tenía en la entrada y bien lubricado, cogía aire y empezaba a penetrarme, abierto de piernas en el suelo, jadeando y siendo follado por un consolador a mi medida, para mi buen culo tragón. Esto era una delicia, porque con el rodillo pasé de utilizar los dedos o la mano para mover lo que me metía a ser yo el que se movía sobre el palo, a ser yo el que se follaba. Me lo clavaba con fuerza, culeando como una zorra en la oscuridad de mi cuarto, a veces apoyando la cabeza contra el suelo, casi a rastras, mientras gemía susurrando cosas como "esto es el puto paraíso" "me cago en dios que gusto" "dios, mi culo, mi culo..." Jajajaja, aún me acuerdo cómo flipaba con el rodillo. Y es que para un niño de 15 añitos era casi como si se lo estuvieran follando. Me estaban follando con el culo abierto. Joder, todas las santas noches tomando por el culo a base de bien. Luego, cuando gracias a mis embistes hacia atrás, hincándomelo a más no poder, me corría por la polla mientras me la meneaba, me tumbaba con cuidado en la cama y me fumaba un merecido cigarro, con semen chorreándome las manos y oliendo a mierda y crema after-sun. Esa mezcla es un olor que aún recuerdo y que me pone muuuy caliente.

Con ese rodillo, además, tuve mi primera corrida de culo. Fue por la misma época, tal vez un poco después. Recuerdo que me lo metía en la ducha, escondido en la toalla cuando iba al baño a ducharme, y con el agua calentita cayéndome, por el cuerpo, levantaba una pierna para abrirme bien el agujero y me follaba con el rodillo. Sé que era después de comenzar a metérmelo a cuatro patas porque recuerdo que ya había perdido el miedo a su grosor. Me lubricaba bien y me percutía el culo como un poseso, prácticamente apuñalándome con el rodillo, follándome a una velocidad que mi mano tenía acostumbrada de hacerme pajas. Y un día, mirando al techo de la ducha con la baba cayéndome del gusto y tragando por el culo a golpes salvajes, sin estar tocándome el rabo para nada, me corrí.

Ohhhhh dios esa primera sensación de un orgasmo por el culo, y yo no podía parar de meterme el rodillo y empecé a clavármelo más rápido, moviéndolo a todos los lados, excitándome más la próstata mientras notaba el gustazo de una corrida pero en lugar de por toda la polla, empezando por el culo. Y del culo me pasó a los cojones, de los cojones a la polla y ahí se concentró en el capullo y medio inconsciente del gusto me agarré el rabo y aproveché los últimos estertores del orgasmo con fuerza, machacándomela para exprimir toda la lefa que pudiera sacar de mi joven polla. Aún recuerdo mi culito palpitando, y yo agachado en la ducha arropado por el agua caliente, jadeando y adormilado, maravillado y contento de haberme pegado una buena corrida por detrás.

martes, 3 de abril de 2012

Cuarto de kilo de polla.


Ay... después de semanas sin volver a escupir lefa por mi polla bloguera, hoy vuelvo a la carga. No sé muy bien cada cuánto actualizaré, soy así de inconstante, pero voy a intentar que no pasen 20 días entre post y post.

En fin, en este tiempo he hecho cosas cotidianas que no interesan ahora, y por supuesto he salido de fiesta y me he comido unos afters onanistas de órdago, además de mis pajas diarias o casi diarias. Esta mañana he tenido para almorzar mi ración de leche recién ordeñada. Hoy la lefa me sabía algo amarga y no he disfrutado demasiado de su sabor, pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy. 

Hoy voy a escribir sobre uno de mis últimos ligues, una mañana estando de fiesta. Hm, se me está poniendo dura ya la polla sólo de acordarme de él, porque hizo de mí como el chavalito de la foto, dándome más rabo del que podía tragar. Pero iré por partes...

Lo conocí de casualidad. Yo iba para variar bastante ciego, a la salida de una de esas minidiscotecas que hay en mi ciudad, sobre las siete de la mañana. Buscaba entre la gente que salía a la luz del sol a mi colega Fany y pasó cerca de mi un chaval a quien confundí con un colega suyo al que habíamos vendido pastillas un rato antes, así que le pregunté por ella. El colega, de más o menos mi edad, bajito y ni guapo ni feo, no sabía de lo que le hablaba, claro. El tema es que como yo llevaba cuerda para rato, nos pusimos a hablar hasta que empezamos varios a movernos hacia el after al que íbamos. El chaval no tenía nada de pluma ni nada parecido, ni se me había pasado por la cabeza ligar con él ni ostias, era una de esas conversaciones típicas de los baños, las raves y los afters, en los que te encanas a hablar con cualquier desconocido porque sí.

El caso es que en un momento de la conversación no recuerdo por qué le comente que estaba más o menos liado con mi compañero de piso. El puso una cara extraña, le pregunté que si le parecía mal y me dijo que no, que es que le había sorprendido que lo dijera con tanta naturalidad. Pues tío, yo esas tonterías no me las escondo. En fin, que pensé "ya verás que ahora el tipo este es un homófobo de mierda y aquí se acaba el buen rollo"... pero nada más lejos. A los cinco minutos me ofreció una raya y ahí algo se activó en mi cerebro. Hay una manera concreta, no sé explicarlo, en la que un tío le ofrece a otro una raya que es diferente si tiene interés sexual en él. Ya digo que no sé explicarlo, pero es algo que detectamos siempre y por la forma que lo dijo pensé "¿uyuyuy éste quiere tema?" Voy resumiendo que me alargo y aún no he empezado a contar lo bueno y divertido. Nos hicimos la raya y me ofreció ir a su casa a tomar una birra. Apenas habían pasado media hora desde que nos conocíamos y el tipo no me había parecido especialmente atractivo ni había pensado en ligar con él cuando empezamos a hablar, pero yo iba ciego ciego de MDMA y speed y en esas circunstancias a mi polla le doy un perro si alguien me lo propone. Así que fuimos a donde estaba Fany -que ya la había encontrado- y le dije que me piraba a follar a casa del tipo, que ya nos veíamos.   Me hacía gracia que todo esto yo lo decía con él delante y parecía divertirle que fuera tan directo. Así que nos piramos para su keo, que estaba a un par de calles. En fin, se llamaba Alain y era cubano-canario.

Y por dios que pedazo de rabo tenía. Recuerdo que estuvimos un rato haciéndonos rayas en casa de speed y unas pastillas azules machacadas que tenía él que yo creo que eran viagra. Me duché, me dejó ropa cómoda y hablamos de cosas banales, de tranqui, mientras le sobaba los cojones con el pie. No teníamos prisa, teníamos toda la puta mañana y a él le iba el rollo de jugar con el sexo poco a poco. Nos enseñamos las pollas... y flipé. La suya morcillona era ya más grande y gorda que la mía, y se me hizo inmediatamente la boca agua. No tengo mucha experiencia con tíos así que era la polla más enorme que había visto nunca de cerca. Me dijo 22 cm y le creí, comparando con la mía. Y era tan gruesa que no podía cerrar la mano. A él le gustaron mis pelotas, que las tengo bastante gordas, y me las acarició mientrás yo alucinado me agaché para verle la tranca de cerca. La tenía morcillona y quería hacerla crecer. Recuerdo que me la metí en la boca con ansía y los latidos de sangre endureciéndola casi me sacan la mandíbula. Era recta, gruesa de verdad y larga. Era una puta polla perfecta. No podía parar de chuparsela, de intentar abrir más la boca para que su capullo enorme me entrara entre los dientes. Los dos éramos versátiles, lo habíamos hablado antes, pero ante aquél pedazo de carne me convertí en una puta perra en celo, y se lo dije. Quería que me follara hasta que me reventara el culo, pasaba de follármelo yo a él. Quería que me diera kilos de polla.

Él dudaba sobre si me cabría entera, y yo le aseguré que por mis cojones que me cabía. Aquella polla me la endiñaba yo como me llamaba Chorro. Para probarlo, porque no queríamos follar aún, se tumbó en la cama con todo el cipote tieso y me senté encima. No me mola usar lubricante, aunque su polla tenía bastante saliva mía.  Me enterró tres dedos en el culo para hacerme un poco de hueco antes pero no quise esperar más y empecé a tragar la cabeza enorme y morada.

Joder, colegas, en mi vida me he sentido tan bien con una polla. Noté cada puto milímetro de su capullo abriéndome la carne, apretándose contra las paredes de mi culo. A esas alturas, con lo ciego que iba yo, estaba ya caliente no, lo siguiente, y el también. En cuanto los seis centímetros largos de cabeza me rompieron el agujero, me abrí bien las nalgas con las manos y descendí de un sólo movimiento.

Mi gemido de placer debieron oírlo en el paraíso. Recuerdo que solté un "dios" tan profundo que no sé cómo no me corrí allí mismo, y aún me quedaba media polla por tragar. Entre gemidos le dije "¿ves como si entraba, cabrón?" y me la hinqué un poco más. Él empezaba a moverse y me preguntó que pensaba de la lefa. Vaya, mi punto débil. Le dije la verdad, que me encanta tragarla por la boca por el culo y por dónde haga falta, y me dijo que vale, que entonces me levantara que me iba a empachar.

Me saqué la polla y mi cuerpo la echó de menos enseguida. Antes me había estado hablando de un consolador que tenía y le pedí que lo sacara. Sin aceite ni ostias me lo metí hasta el fondo de la boca hambrienta en que se había convertido mi culo mientras él me movía la cabeza y me decía "ahora limpiamela".

Joder cómo mamé aquella mañana, aquél rabo es que era enorme para mí. Él además, no se si por ir ciegos o por lo que fuera, se pudo correr dos veces en mi boca sin que se le ablandara la polla. Me lo tragué todo, aunque esperaba que semejante cipote chorreara más semen del que salió, pero bueno, eso depende del tamaño de los cojones y los suyos eran pequeños. Hubo un momento que incluso se meó un poco en mi boca, y aunque nunca me había pasado no me disgusta la idea del todo y me lo bebí también. Intentaba metérmela hasta el fondo, yo la quería entera, quería devorar ese puto rabo enorme pero era imposible, me la clavaba más abajo de la garganta y me daban unas nauseas que me hacían llorar los ojos pero me la sudaba. Le hubiera vomitado allí mismo y hubiera seguido tragando polla como un bebé su biberón.

Antes de la segunda corrida mamando, le pedí que me hiciera algo que me encanta, y es que me follen la boca, que sea el otro tío el que mueve las caderas para hundirme carne hasta el fondo, y lo hizo con gusto. Me cogió la cabeza por detrás delicadamente con las dos manos y me embistió clavándome el capullo contra el paladar, teniendo cuidado de no meterme mucha dentro. Mientras yo me la estaba meneando como un descosido pero sin querer llegar a correrme, con el consolador aún clavado en el culo guardando espacio para la tranca, la polla dura como una piedra y siendo follado por la boca, tragando semen y más semen.

Pero cuando se corrió la segunda vez yo no podía más. Yo quería que me partiera en dos. Me puse a cuatro patas en la cama y le ofrecí el culo. A esas alturas me había convertido ya en su puta por decisión propia. No necesitaba que me tocara a mí los cojones o la polla, me acariciara ni mierdas. Quería que me JODIERA.

Me embistió con tal fuerza que la cabeza me dio contra la pared y grité de gusto y dolor como jamás me ha hecho gemir nadie. El cabronazo me la había endiñado hasta los putos huevos, 22 cm de carne y gorda casi como mi brazo empalándome como si fuera un animal. Tenía el culo tan abierto que hubiera podido cagar un tren. Yo estaba loco, ido, con la cabeza hundida en la almohada mientas Alain me sujetaba por la nuca y me follaba una y otra vez. Pero que folladas por dios bendito. Recuerdo que le culeaba como una perra, quería más y más, recuerdo pensar que me estaba partiendo el puto culo en dos pero yo aún no tenía suficiente, así que en un momento que paró aproveché para tumbarme del todo en la cama bocabajo sin que ni un milímetro de su rabo saliera de mi cuerpo y cerrar las piernas todo lo que pude. 

Empezó a abrirse camino a golpes de polla dura como dios y aquello nos volvió locos a los dos. Si ya era bueno y apretadito tener semejante rabo en mi culo a cuatro patas, cuando cerré las piernas aquello fue, no sé, el puto paraíso de las corridas por el culo. Me abría la carne mientras yo la cerraba sobre su polla, presionando su cabeza enorme, intentando ordeñarle a base de culo y músculo. Joder es que me he tenido que meter tres dedos en el culo mientras escribo esto a una mano porque no puedo evitar calentarme cuando lo recuerdo. Me corrí contra mi cuerpo y su cama, con la polla apretada y los cojones aplastados por su cuerpo y el mio, una corrida bestial que se unió a la corrida por el culo. Mi agujero empezó a latir por sí sólo con el orgasmo abrazando como un poseso aquel pedazo de carne que me daba tanto gusto y él no pudo aguantar más y se corrió en mi, llenándome de leche caliente un culo que tendría abierto como una puta boca durante dos días.

Joder, tengo que hacerme una paja por el culo después de escribir esto. Sólo un par de cosas: No usamos condón, lo cual sé que está terriblemente mal pero se nos pasó con el ciego y el calentón. Fue una imprudencia, lo sé.

La otra cosa es que por desgracia no he vuelto a verle. Nos dimos los móviles -esto fue por noviembre o así- pero él no ha llamado y yo tampoco. 

Pero joder, que polla.


(La foto cortesía de http://damnthatbig.sensualwriter.com/)