martes, 3 de abril de 2012

Cuarto de kilo de polla.


Ay... después de semanas sin volver a escupir lefa por mi polla bloguera, hoy vuelvo a la carga. No sé muy bien cada cuánto actualizaré, soy así de inconstante, pero voy a intentar que no pasen 20 días entre post y post.

En fin, en este tiempo he hecho cosas cotidianas que no interesan ahora, y por supuesto he salido de fiesta y me he comido unos afters onanistas de órdago, además de mis pajas diarias o casi diarias. Esta mañana he tenido para almorzar mi ración de leche recién ordeñada. Hoy la lefa me sabía algo amarga y no he disfrutado demasiado de su sabor, pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy. 

Hoy voy a escribir sobre uno de mis últimos ligues, una mañana estando de fiesta. Hm, se me está poniendo dura ya la polla sólo de acordarme de él, porque hizo de mí como el chavalito de la foto, dándome más rabo del que podía tragar. Pero iré por partes...

Lo conocí de casualidad. Yo iba para variar bastante ciego, a la salida de una de esas minidiscotecas que hay en mi ciudad, sobre las siete de la mañana. Buscaba entre la gente que salía a la luz del sol a mi colega Fany y pasó cerca de mi un chaval a quien confundí con un colega suyo al que habíamos vendido pastillas un rato antes, así que le pregunté por ella. El colega, de más o menos mi edad, bajito y ni guapo ni feo, no sabía de lo que le hablaba, claro. El tema es que como yo llevaba cuerda para rato, nos pusimos a hablar hasta que empezamos varios a movernos hacia el after al que íbamos. El chaval no tenía nada de pluma ni nada parecido, ni se me había pasado por la cabeza ligar con él ni ostias, era una de esas conversaciones típicas de los baños, las raves y los afters, en los que te encanas a hablar con cualquier desconocido porque sí.

El caso es que en un momento de la conversación no recuerdo por qué le comente que estaba más o menos liado con mi compañero de piso. El puso una cara extraña, le pregunté que si le parecía mal y me dijo que no, que es que le había sorprendido que lo dijera con tanta naturalidad. Pues tío, yo esas tonterías no me las escondo. En fin, que pensé "ya verás que ahora el tipo este es un homófobo de mierda y aquí se acaba el buen rollo"... pero nada más lejos. A los cinco minutos me ofreció una raya y ahí algo se activó en mi cerebro. Hay una manera concreta, no sé explicarlo, en la que un tío le ofrece a otro una raya que es diferente si tiene interés sexual en él. Ya digo que no sé explicarlo, pero es algo que detectamos siempre y por la forma que lo dijo pensé "¿uyuyuy éste quiere tema?" Voy resumiendo que me alargo y aún no he empezado a contar lo bueno y divertido. Nos hicimos la raya y me ofreció ir a su casa a tomar una birra. Apenas habían pasado media hora desde que nos conocíamos y el tipo no me había parecido especialmente atractivo ni había pensado en ligar con él cuando empezamos a hablar, pero yo iba ciego ciego de MDMA y speed y en esas circunstancias a mi polla le doy un perro si alguien me lo propone. Así que fuimos a donde estaba Fany -que ya la había encontrado- y le dije que me piraba a follar a casa del tipo, que ya nos veíamos.   Me hacía gracia que todo esto yo lo decía con él delante y parecía divertirle que fuera tan directo. Así que nos piramos para su keo, que estaba a un par de calles. En fin, se llamaba Alain y era cubano-canario.

Y por dios que pedazo de rabo tenía. Recuerdo que estuvimos un rato haciéndonos rayas en casa de speed y unas pastillas azules machacadas que tenía él que yo creo que eran viagra. Me duché, me dejó ropa cómoda y hablamos de cosas banales, de tranqui, mientras le sobaba los cojones con el pie. No teníamos prisa, teníamos toda la puta mañana y a él le iba el rollo de jugar con el sexo poco a poco. Nos enseñamos las pollas... y flipé. La suya morcillona era ya más grande y gorda que la mía, y se me hizo inmediatamente la boca agua. No tengo mucha experiencia con tíos así que era la polla más enorme que había visto nunca de cerca. Me dijo 22 cm y le creí, comparando con la mía. Y era tan gruesa que no podía cerrar la mano. A él le gustaron mis pelotas, que las tengo bastante gordas, y me las acarició mientrás yo alucinado me agaché para verle la tranca de cerca. La tenía morcillona y quería hacerla crecer. Recuerdo que me la metí en la boca con ansía y los latidos de sangre endureciéndola casi me sacan la mandíbula. Era recta, gruesa de verdad y larga. Era una puta polla perfecta. No podía parar de chuparsela, de intentar abrir más la boca para que su capullo enorme me entrara entre los dientes. Los dos éramos versátiles, lo habíamos hablado antes, pero ante aquél pedazo de carne me convertí en una puta perra en celo, y se lo dije. Quería que me follara hasta que me reventara el culo, pasaba de follármelo yo a él. Quería que me diera kilos de polla.

Él dudaba sobre si me cabría entera, y yo le aseguré que por mis cojones que me cabía. Aquella polla me la endiñaba yo como me llamaba Chorro. Para probarlo, porque no queríamos follar aún, se tumbó en la cama con todo el cipote tieso y me senté encima. No me mola usar lubricante, aunque su polla tenía bastante saliva mía.  Me enterró tres dedos en el culo para hacerme un poco de hueco antes pero no quise esperar más y empecé a tragar la cabeza enorme y morada.

Joder, colegas, en mi vida me he sentido tan bien con una polla. Noté cada puto milímetro de su capullo abriéndome la carne, apretándose contra las paredes de mi culo. A esas alturas, con lo ciego que iba yo, estaba ya caliente no, lo siguiente, y el también. En cuanto los seis centímetros largos de cabeza me rompieron el agujero, me abrí bien las nalgas con las manos y descendí de un sólo movimiento.

Mi gemido de placer debieron oírlo en el paraíso. Recuerdo que solté un "dios" tan profundo que no sé cómo no me corrí allí mismo, y aún me quedaba media polla por tragar. Entre gemidos le dije "¿ves como si entraba, cabrón?" y me la hinqué un poco más. Él empezaba a moverse y me preguntó que pensaba de la lefa. Vaya, mi punto débil. Le dije la verdad, que me encanta tragarla por la boca por el culo y por dónde haga falta, y me dijo que vale, que entonces me levantara que me iba a empachar.

Me saqué la polla y mi cuerpo la echó de menos enseguida. Antes me había estado hablando de un consolador que tenía y le pedí que lo sacara. Sin aceite ni ostias me lo metí hasta el fondo de la boca hambrienta en que se había convertido mi culo mientras él me movía la cabeza y me decía "ahora limpiamela".

Joder cómo mamé aquella mañana, aquél rabo es que era enorme para mí. Él además, no se si por ir ciegos o por lo que fuera, se pudo correr dos veces en mi boca sin que se le ablandara la polla. Me lo tragué todo, aunque esperaba que semejante cipote chorreara más semen del que salió, pero bueno, eso depende del tamaño de los cojones y los suyos eran pequeños. Hubo un momento que incluso se meó un poco en mi boca, y aunque nunca me había pasado no me disgusta la idea del todo y me lo bebí también. Intentaba metérmela hasta el fondo, yo la quería entera, quería devorar ese puto rabo enorme pero era imposible, me la clavaba más abajo de la garganta y me daban unas nauseas que me hacían llorar los ojos pero me la sudaba. Le hubiera vomitado allí mismo y hubiera seguido tragando polla como un bebé su biberón.

Antes de la segunda corrida mamando, le pedí que me hiciera algo que me encanta, y es que me follen la boca, que sea el otro tío el que mueve las caderas para hundirme carne hasta el fondo, y lo hizo con gusto. Me cogió la cabeza por detrás delicadamente con las dos manos y me embistió clavándome el capullo contra el paladar, teniendo cuidado de no meterme mucha dentro. Mientras yo me la estaba meneando como un descosido pero sin querer llegar a correrme, con el consolador aún clavado en el culo guardando espacio para la tranca, la polla dura como una piedra y siendo follado por la boca, tragando semen y más semen.

Pero cuando se corrió la segunda vez yo no podía más. Yo quería que me partiera en dos. Me puse a cuatro patas en la cama y le ofrecí el culo. A esas alturas me había convertido ya en su puta por decisión propia. No necesitaba que me tocara a mí los cojones o la polla, me acariciara ni mierdas. Quería que me JODIERA.

Me embistió con tal fuerza que la cabeza me dio contra la pared y grité de gusto y dolor como jamás me ha hecho gemir nadie. El cabronazo me la había endiñado hasta los putos huevos, 22 cm de carne y gorda casi como mi brazo empalándome como si fuera un animal. Tenía el culo tan abierto que hubiera podido cagar un tren. Yo estaba loco, ido, con la cabeza hundida en la almohada mientas Alain me sujetaba por la nuca y me follaba una y otra vez. Pero que folladas por dios bendito. Recuerdo que le culeaba como una perra, quería más y más, recuerdo pensar que me estaba partiendo el puto culo en dos pero yo aún no tenía suficiente, así que en un momento que paró aproveché para tumbarme del todo en la cama bocabajo sin que ni un milímetro de su rabo saliera de mi cuerpo y cerrar las piernas todo lo que pude. 

Empezó a abrirse camino a golpes de polla dura como dios y aquello nos volvió locos a los dos. Si ya era bueno y apretadito tener semejante rabo en mi culo a cuatro patas, cuando cerré las piernas aquello fue, no sé, el puto paraíso de las corridas por el culo. Me abría la carne mientras yo la cerraba sobre su polla, presionando su cabeza enorme, intentando ordeñarle a base de culo y músculo. Joder es que me he tenido que meter tres dedos en el culo mientras escribo esto a una mano porque no puedo evitar calentarme cuando lo recuerdo. Me corrí contra mi cuerpo y su cama, con la polla apretada y los cojones aplastados por su cuerpo y el mio, una corrida bestial que se unió a la corrida por el culo. Mi agujero empezó a latir por sí sólo con el orgasmo abrazando como un poseso aquel pedazo de carne que me daba tanto gusto y él no pudo aguantar más y se corrió en mi, llenándome de leche caliente un culo que tendría abierto como una puta boca durante dos días.

Joder, tengo que hacerme una paja por el culo después de escribir esto. Sólo un par de cosas: No usamos condón, lo cual sé que está terriblemente mal pero se nos pasó con el ciego y el calentón. Fue una imprudencia, lo sé.

La otra cosa es que por desgracia no he vuelto a verle. Nos dimos los móviles -esto fue por noviembre o así- pero él no ha llamado y yo tampoco. 

Pero joder, que polla.


(La foto cortesía de http://damnthatbig.sensualwriter.com/)

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