lunes, 12 de marzo de 2012

El speed me pone a mil, 2ª parte.

Antes de leer esta entrada, tal vez quieras leer la primera parte de la historia.


En fin, he conseguido no correrme a pesar de que prácticamente se me caía la baba, y ahora estoy más tranquilo. Voy a comerme un mousse de chocolate ¡hmmmm! que me encantan, y aunque me ha tentado la idea de ir metiendo la polla en la tarrina, luego se queda toda pegajosa y me apetece sobarme cómodamente, así que he hecho otra delicatessen: ahora tengo la cabeza de la cucharilla embutida entre el pellejo y el capullo, bien calentita, para que vaya cojiendo sabor. Me fumaré un cigarrillo mientras la impregno bien de polla y luego me comeré mi mousse. Mientras, os sigo contando el resto de la historia.
(nota al margen: mira si se me agarra bien la jodída cuchara que puedo andar con ella colgándome del rabo sin que me caiga. Ohhhhh y que gusto da mover la cuchara, te remueve el capullo como si lo tuvieras cogido sólo de delante y con el roce... ohhhh que gusto)

En fin, me había quedado en que eran cerca de las doce y me tenía que ir a currar. Entraba a la una pero tenía que ir a mi casa a por el uniforme, así que me he vestido mientras me masturbaba paseándome por toda la casa, con las ventanas abiertas y disfrutando del solecito que ha hecho hoy. Me he puesto todo el paquete a un lado -que no lo suelo hacer, me gusta más cómo queda en el medio- y me he subido bien los vaqueros que siempre los llevo algo caídos. Resultado: un bulto enorme a mi izquierda, bien apretado. Ni que decir tiene que en el ascensor me he vuelto a sacar el rabo y le he dado a base de bien, quería ir por la calle como si no pudiera casi andar. Me he hecho un par de rayas más y de camino, en el metro, me he entretenido con un chavalín de veinte años sentado frente a mí que estaba como un queso, mirándole sin disimulo los músculos de los brazos y el pecho. Tal y como estaba sentado, mis cojones sobresalían como una montaña por entre los vaqueros, y cuando lo he pillado mirando le he mantenido la mirada para luego bajar a su propia polla. Y así, distraído, he llegado a casa.

Por circunstancias que no vienen al caso, llevo un par de meses viviendo en casa de mis padres, durmiendo en el sofá de la salita. Cuando he llegado estaba sólo mi padre, y yo tenía prisa. Me he metido corriendo a la ducha, me he pegado la mano a la polla y no la he soltado en todo el rato. Mientras me desvestía, mientras me caía agua, mientras me enjabonaba con la otra mano, incluso mientras me lavaba después los dientes me la he estado machacando como si tuviera un motor a reacción en el brazo. Con la ducha y las horas pasando mi polla volvía poco a poco a recuperar su plenitud y he estado a punto de correrme varias veces. El roce del agua caliente en los cojones es insuperable. Además, para no hacer feo a un día de speed como hoy, no he cerrado el baño con pestillo, meneándomela directamente frente a la puerta. Sabía que mi padre no iba a entrar, pero es una transgresión que me gusta hacer con mi familia. Incluso cuando me ha hablado a través de la puerta para decirme que se bajaba a la calle, he seguido dandome gusto sin disminuir la marcha ni un poco. No sé como no me ha salido un gemido de placer cuando le he contestado. Hablar como una persona normal mientras tienes la polla a punto de explotar es complicado.

En el curro he tenido que centrarme en otras cosas, ha sido un día un poco asqueroso, pero he seguido pajeándome mientras me ponía el uniforme.

Aprovecho la elipsis para hacer una pausa y decir un par de cosas: la mousse estaba buenísima y tenía un deje a rabo que me ha encantado. Es una pena que casi nunca eyacule líquido preseminal porque la mezclita podría haber sido la bomba.

La otra cosa que quiero comentar es que ya estoy cómodamente en la salita donde duermo, a oscuras, con los pantalones por las rodillas y un cipote entre las piernas apuntando directamente al monitor. Veamos si no pierdo la paciencia de escribir a una mano porque la derecha no me la despega de mi polla ni dios.

En fin, he salido del curro y poco más ha dado de sí el día revienta-polla de after de speed. De camino a casa se me ha ocurrido la idea del blog y al poco de llegar me he puesto a ello. Si que iba bastante caliente cuando he llegado aquí, así que lo primero que he hecho ha sido ponerme un pijama ligero sin calzoncillos, ir a hacerme un vaso de leche y pajearme en plena cocina mientras le daba al microondas, con los cojones al aire. Mis padres estaban en el comedor y les he retado mentalmente a que vinieran a la cocina. 

Y ya está por hoy. Ahora a mí me quedan algunas horas de masturbaciones, porno y perversiones. Tal vez vaya luego a por un pepino y me lo hinque, aunque hoy me apetece más correrme por la polla. Porque después de todo el día dándole, tened por seguro que tarde o temprano me voy a pegar tal corrida que los lechazos me van a llegar a la boca. Hm... así me la podré comer.

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